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Hasta el perro terminó encerrado en un golpe brutal a una familia en Villa Elisa

Fueron pocos, apenas 5, pero esos minutos resultaron eternos para la familia de Villa Elisa que en la noche del último domingo fue reducida por tres delincuentes que se colaron en su casa de 414 y 30, aprovechando que el hijo de los dueños salía de la propiedad en su auto. Uno de los delincuentes tenía una pistola 9 milímetros; otro, una picana eléctrica y todos usaban capuchas para ocultar sus rostros.

Sin muchos problemas, la banda interceptó al joven de 25 años y lo controló poniéndole el caño del arma en la cabeza, forzándolo a ingresar de nuevo con ellos en la finca donde estaban sus padres, un hombre de 61 y la mujer, de 54. Allí estaba también "Moro", un perro boxer de porte mediano, casi dos años y color marrón con manchas blancas, que no dudó en ladrarles fuerte a esos desconocidos en un acto reflejo de defensa a su familia.

"Se los quería comer, pero enseguida lo agarró mamá de la correa para evitar problemas con estos tipos”, contó Martín, el primero en ser reducido por los intrusos. Y agregó: "Si se lo largábamos a los delincuentes para que los atacara, seguro le iban a pegar un tiro para matarlo. Entonces, preferimos que quedara custodiado por mamá”.

Pero los insistentes ladridos del animal perturbaron tanto al grupo delictivo que uno de sus integrantes le ordenó a la mujer: “Enciérrelo en el baño”.

Tras revisar los ambientes, los ladrones se apoderaron de 50.000 pesos, dos celulares y el Peugeot 207 con el Martín estaba saliendo de su casa, que apareció abandonado a 10 cuadras del lugar, en 142 y 413, sin el equipo de sonido.

El momento más inquietante del episodio sucedió cuando el ladrón que vigilaba a la mujer le pidió a uno de sus compinches "matalo", sin aclarar si se refería a Martín o a su padre. "Por suerte", rescató el joven, "todo quedó en esa amenaza”. Eso si, los dueños de casa terminaron atados con bufandas. Con respecto a los asaltantes, los testigos aclararon que "no eran pibitos", si no que tendrían "entre 25 y 35 años. Tenían las cosas bastante claras”.

Tanto Martín como sus padres, están convencidos que el atraco “fue al voleo”, consecuencia de la mala fortuna de que el grupo haya pasado por el lugar justo cuando el joven sacaba el auto.

El de este domingo fue el segundo asalto que la familia sufrió en esa casa en los últimos dos años. La vez anterior “fue a las 12 de la noche, cuando estaba con mi novia y mis padres
dormían”. Acotó que “esa vez justamente a mi novia fue a la que más le robaron”.

El barrio dispone de un sistema de alarma vecinal y un grupo de WhatsApp que los frentistas usan para comentar cualquier movimiento o presencia sospechosa. "Pero está visto que cuando te quieren robar, nadie los para”, cerró Martín.

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