Sin lugar a dudas, la tarde noche del pasado sábado será para una familia hincha de Estudiantes una jornada que durante mucho tiempo evocará bronca y pesadumbre.
No solo por el resultado adverso del duelo que protagonizaron el Pincha y Godoy Cruz. También porque en el mismo momento en el que se encontraba en el estadio UNO, presenciando el espectáculo deportivo, estaba sufriendo un duro golpe a su esfuerzo y sacrificio.
Una banda de ladrones aprovechó que la familia se encontraba alentando a su equipo y, sin mayores esfuerzos, ingresó en su vivienda ubicada en la zona de Villa Castells para desvalijarla.
Ganzúas, arietes, patadas, barreta e, incluso criques, suelen ser los recursos que tiene el delito para abrirse paso en las viviendas, cuyos moradores se encuentran ausentes.
Sin embargo, en esta oportunidad los ladrones desecharon cualquiera de estas opciones y, en su lugar, pusieron en marcha un plan, que les permitió ingresar sin emplear ni una pizca de brusquedad.
Luego de apropiarse de las llaves de las víctimas, se dirigieron hasta su morada y, con la convicción de que tendrían tiempo hasta que el árbitro Leandro Rey Hilfer diera el pitazo final del encuentro, registraron cada rincón de la propiedad.
Los damnificados recién comenzaron a tomar conciencia de la situación cuando abandonaron el estadio. Mientras caminaban por las inmediaciones, les entró una llamada. Se trataba de una vecina, que les avisó que el portón de su domicilio se encontraba abierto de par en par.
Al principio creyeron que, en el apuro por salir a tiempo, alguien se había olvidado de cerrarlo. Pero unos minutos más tarde recibieron un llamado, que los condujo a tomar con más preocupación lo del portón abierto: la empresa que les brinda el servicio de alarma, les detalló que habían recibido un alerta de ingreso al domicilio pero que, cuando acudieron al lugar, no habían hallado ninguna abertura violentada.
Así, por primera vez, comenzaron a ver como más concreta la posibilidad de un atraco. Pese a que no había signos de que la propiedad había sido vulnerada, la familia cortó camino por el Parque Rivadavia y se dirigió a paso presuroso hasta Diagonal 77 entre 3 y 4, en donde se encontraba estacionado su vehículo.
Cuando llegaron al lugar, solo hubo espacio para la desazón y la angustia. El rodado, un Peugeot modelo 308 Allure de color blanco, se encontraba con una de sus ventanillas rotas. Parecía un día de “hoy me están pasando todas”. Pero lo cierto es que cuando revisaron la guantera del rodado comenzaron a darse cuenta de que tanto el vandalismo contra su auto como los llamados de la vecina y la empresa de seguridad estaban relacionados.
Todo parece apuntar a que este golpe comenzó a concretarse en el mismo momento en el que la pelota comenzaba a rodar en el verde césped del estadio Jorge Luis Hirschi.
Si bien el caso se encuentra en plena fase de investigación, la hipótesis con mayor solidez señala que las víctimas pudieron haber sido marcadas cuando se dirigían al estadio.
Cuando vieron que se habían alejado lo suficiente, rompieron una de las ventanillas del auto, muy probablemente, con el objetivo de apoderarse de alguna de las pertenencias dejadas en el rodado.
Pero, al toparse con dos manojos de llaves y la cédula verde del conductor, lo que apuntaba ser un robo callejero más, terminó tomando ribetes insospechables.
Fundados en la seguridad de que “los elegidos” estarían durante al menos dos horas ocupados, los asaltantes habrían decidido emprender la funesta empresa de conducir sus pasos hasta la vivienda de las víctimas, ubicada en 4 entre 496 y 497.
Cuando los dueños llegaron a su casa se encontraron con que, efectivamente, todas las puertas y ventanas estaban cerradas. Tras recuperar una copia que tenían encargada, los damnificados ingresaron a su inmueble y terminaron de comprobar lo que con dificultad podían observar a través de las cortinas.
Según indicaron fuentes policiales, no había ambiente que no estuviese revuelto. Pese a la bronca y angustia que les generó enterarse de que intrusos habían invadido su propiedad y se habían adueñado de sus objetos de valor, los integrantes de esta familia se abocaron a la tortuosa tarea de evaluar pérdidas.
En base al inventario realizado, la familia detectó que se llevaron un equipo de audio, una cámara GoPro, un dispositivo de TV online, una cámara de fotos, un drone, una mochila, un reloj, una notebook y un total de 2 mil dólares.
Pero sin dudas, el golpe más duro fue la sustracción de una colección de más de 20 camisetas del club Estudiantes.
Por estas horas, la Policía analiza varios interrogantes en torno al caso, mientras se realiza un revisión exhaustiva de las imágenes capturadas por las cámaras de seguridad de la zona.
Se estima que el atraco se concretó por lo menos media hora después del inicio del partido y que los llamados de la empresa de seguridad no le llegaron a tiempo a la víctima por la falta de señal, una falla que suele acontecer cuando tiene lugar una fuerte aglomeración de gente.
En ese marco, no se descarta que los ladrones y los guardias hayan coincidido en el mismo lugar y momento, pero ninguno advirtió la presencia del otro, porque los delincuentes se encontraban encerrados revisando la casa.