La problemática de la inseguridad en Barrio Norte ha alcanzado niveles críticos, convirtiéndose en un tema de profunda preocupación para sus habitantes. Los relatos de los vecinos resuenan con una mezcla de angustia y desesperación ante una realidad que parece volverse cada vez más insostenible. Delitos como los escruches y los robos callejeros, perpetrados mayormente por motochorros, se han normalizado hasta el punto de convertirse en un fenómeno casi cotidiano, generando un ambiente de temor que restringe la vida diaria de la comunidad.
La decisión de los residentes de observar un “toque de queda” de facto al caer la noche, es un reflejo claro de la magnitud de esta crisis. La restricción de salir de sus hogares después de las 19 horas, que han asumido a manera de preventiva, revela cómo el delito impacta hasta en la rutina diaria de las familias.
La reciente medida de la Municipalidad de desmantelar un puesto de vigilancia en Plaza Alsina ha intensificado la inquietud entre los lugareños. Aunque no estaba comprobada la efectividad de dicho puesto, para ellos, su mera presencia ofrecía una sensación de seguridad y protección. Era algo al menos.
Si bien desde el Municipio han señalado que no se trata de algo definitivo, los vecinos cuestionan el hecho de que se la medida se haya tomado sin la implementación de un plan alternativo, que ofrezca soluciones al desamparo que sienten los vecinos frente a la creciente ola delictiva.
Los vecinos están convencidos de que esa garita “cierto respeto” imponía. Para ellos, es ineludible tener en cuenta esto a la hora de analizar los dos preocupantes hechos que han tenido lugar tan solo 48 horas después del desmantelamiento de la caseta de cristal.
Uno de esos episodios afectó a un comerciante cuyo local se encuentra a escasos metros de Plaza Alsina. El otro, en palabras de quienes residen en la zona, “coqueteó con la tragedia”.
La aparente normalidad vespertina se vio interrumpida de forma dramática ayer cuando un hombre que se dedica a la venta de dólares en calle 7 se convirtió en blanco de un violento intento de robo.
El hombre había estado visitando a un familiar, disfrutando de un momento de esparcimiento, cuando a eso de las 17.30 salió de la casa ubicada en 2 entre 37 y 38 y se dirigió hacia su vehículo. La luz del sol brillaba intensamente, y el ambiente parecía seguro, pero la sombra de la delincuencia acechaba a la vuelta de la esquina.
Justo cuando estaba por arrancar, una moto se detuvo en la calle a la par de su ventanilla. El rodado era conducido por una chica y, como acompañante, iba un sujeto de aspecto amenazante, que llevaba una pistola visible.
Inmediatamente percibió el peligro, pero antes de que pudiera siquiera intentar abandonar la escena para ponerse a resguardo, recibió una ráfaga de disparos.
La serie de cinco balas resonó en el aire, perforando varios sectores de la carrocería del vehículo, pero, afortunadamente, sin impactar en su humanidad. El sonido de las detonaciones atrajo la atención de vecinos, quienes desde sus ventanas y mientras recordaban el desmantelamiento de la garita, observaron atónitos la escena del auto y la moto acelerando por diagonal 74.
Ahora los investigadores analizan si el ataque guarda alguna relación con la actividad que realiza la víctima. “Quizás lo marcaron y lo siguieron”, deslizaron fuentes del caso.