Los Hornos se convirtió ayer en escenario de un brutal ataque, que por muy poco no terminó en una tragedia. Un disparo, un cuerpo tendido en el suelo y la sangre que brotaba de su cabeza componían una escena, que estremeció a quienes se agolparon alrededor del hombre herido.
La bala estuvo a centímetros de arrebatarle la vida. Un movimiento distinto, un azar fatal y la crónica sería otra.
El violento episodio ocurrió en la calle 63 bis entre 166 y 167. La calma de la noche se rompió con el estruendo de un disparo. Los vecinos, alarmados, corrieron a la escena y encontraron un cuadro dantesco: un hombre -identificado como J. C. I.- yacía en el suelo, su rostro desfigurado por la sangre.
Alrededor, unos 25 testigos intentaban ayudarlo, mientras la desesperación flotaba en el aire.
Pese al dolor y la debilidad, el herido logró articular palabras. Su voz, entrecortada por el esfuerzo, reveló la identidad de su agresor. Sus fuerzas se extinguían y la Policía le pidió que no siguiera hablando para evitar que se agravara la hemorragia.
Cada segundo que pasaba podía ser el último. Los efectivos, con la urgencia de un caso que parecía escaparse de sus manos, fueron tras el sospechoso. No sabían qué hallarían al golpear la puerta. Pero no hubo forcejeos ni resistencia. Fue su madre quien abrió y le pidió a su hijo que se presentara ante la ley.
Por ese entonces, la víctima era trasladada a toda velocidad primero al UPA de Los Hornos y luego al Hospital San Martín. Cada minuto era una carrera contra el tiempo. Finalmente, los médicos confirmaron lo que muchos anhelaban: estaba fuera de peligro. La bala, como un guiño del destino, solo le había rozado la cabeza.
El caso, caratulado como tentativa de homicidio, tiene a la Justicia tras la pista de la verdad. En el barrio, la incertidumbre se mezcla con el miedo. Las versiones son muchas: algunos dicen que era una vieja enemistad, otros aseguran que el agresor intentó robarle y, ante la resistencia, disparó a matar.
Para develar el misterio, los investigadores analizan cada cuadro de las cámaras de seguridad de la zona. En cada imagen puede estar la clave que revele lo que realmente sucedió aquella noche maldita. Mientras tanto, la víctima se recupera con una certeza escalofriante: estuvo a un soplo de la muerte. Por ahora no hay detenidos.
