La mendocina Julieta Silva parece abonada a las crónicas policiales: cuando tenía 29 años quedó en medio de un escándalo por haber matado a su novio rugbier de 25 en San Rafael y ahora su marido, al que conoció tras salir de prisión, la denunció por violencia de género.
Silva se hizo "famosa" en 2017 por un hecho que generó conmoción, más allá de Mendoza: ella y su entonces novio, Genaro Fortunato, discutieron en el boliche La Mona y, cuando se fueron, ella se subió a su auto, lo atropelló y él murió.
Testigos declararon que la mujer no lo atropelló una sola vez, sino que después regresó y lo volvió a pasar por arriba, lo cual no pudo ser constatado en el juicio.
Mientras que la fiscalía y la familia de Fortunato pidieron 14 años de prisión, los jueces que la condenaron avalaron la versión del defensor de Silva, quien aseguró que la mujer no vio a su novio cuando lo embistió, porque estaba nerviosa, llovía y no llevaba puestos sus lentes. Además estaba alcoholizada.
La sentenciaron a tres años y medio de prisión, que cumplió en domiciliaria porque ya era madre de dos hijos. En medio de su arresto, pasó por otra polémica porque apareció en una foto con sus amigas en una juntada.
Al terminar la condena, Silva rehizo su vida en medio de una gran condena social. Se casó con un hombre llamado Lucas Giménez, con algunas ausencias, tanto de parte de los amigos del marido, que criticaron a la novia, como de la familia de Silva, alejada luego de lo ocurrido con Fortunato.
Se fueron de luna de miel a México, donde turistas de Mendoza que la reconocieron le sacaron una foto junto a su marido en un hotel de playa a modo de repudio. Según el Diario UNO, Silva abrió un local comercial en el centro de San Rafael.
Ahora su situación procesal volvió a complicarse por una nueva denuncia en su contra, del propio Giménez, quien dijo que ejerció violencia de género contra él. Por eso fue detenida y de nuevo le dictaron la prisión domiciliaria, tras ser imputada por lesiones leves. También tiene una prohibición de acercarse a su marido.
De acuerdo a Mendoza Post, todo ocurrió el 12 de julio, cuando entró un llamado al 911 de Giménez, quien relató lo que pasaba con su pareja en su casa. Cuando llegó la Policía, ingresó a la vivienda y lo encontró escondido en el baño. Desde ahí se había comunicado para pedir auxilio. Tenía una escoriación y una tumefacción en el rostro.
Por su parte, Silva hizo una denuncia contra su esposo -con quien tiene un hijo de un año- en la Unidad Fiscal de Violencia de Género, que se agregó a la causa.
Al conocerse la noticia, ese medio local habló con Miguel Ángel Fortunato, padre de la primera víctima de Silva. “A mí lo que me sorprende de esto es que los únicos que no vieron intención (en el homicidio de su hijo) fueron los jueces, porque todo el resto veíamos intención. Y esto de alguna manera lo confirma. Cuando uno ve (lo que le pasó a Giménez) empieza a pensar que no estaba tan equivocado. Ahora termino pensando que no estábamos tan lejos de la realidad. No nos sorprende. Supusimos que esto iba a pasar. No sabíamos ni cuándo, ni cómo, ni de qué manera, ni con qué intensidad, pero suponíamos que algo así había, porque todo aquello de alguna manera demostraba esto”, indicó.