La justicia y los investigadores de la Policía buscan intensamente a los integrantes de la banda de ladrones que el miércoles pasado irrumpió en la casa de un ex juez, en Villa Elisa, donde él mismo terminó maniatado y amordazado junto a su mujer y un amigo. Los ladrones se llevaron 10 mil dólares, 1.000 euros, varias monedas acuñadas en otros países, un televisor de 52 pulgadas, un proyector, dos notebooks, documentación y tarjetas de crédito y débito, se reportó oficialmente.
Como anticipó este medio, el protagonista de esta historia fue Luis Federico Arias (57), ex titular del Juzgado Contencisoso Administrativo 1 de La Plata y actual secretario de Coordinación Municipal en la gestión del intendente Julio Alak. Sucedió en su casa de 415 entre 19 y 21A, cerca de las 18.15 del miércoles pasado, cuando Arias limpiaba la pileta que tiene en el fondo de su propiedad. Primero apareció un hombre robusto, de unos 50 años, vestido con ropas de trabajo, guantes de tela, tapabocas y una visera.
Tenía también un arma de fuego, que apuntó a la humanidad de Arias mientras le decía: “Tranquilo, tranquilo, que no pasa nada”. Ya de camino hacia el sector principal de la finca, Arias vio a través de una ventana cómo otros dos delincuentes tenían a su esposa tirada en la cama, boca abajo, inmovilizada con las manos en la espalda y a un amigo en cuclillas en el piso, con las mismas ataduras.
No tardó mucho tiempo en acompañarlos, de idéntica manera: en la cama boca abajo junto a su mujer y el invitado, mientras uno de los intrusos les repetía: “Quédense tranquilos”. Sus cómplices, mientras tanto, se movían por cada rincón del domicilio en busca de dinero y objetos de valor en muebles, cajones y carpetas. Antes de encontrar el dinero, amenazaron varias veces a las víctimas para que revelaran dónde guardaban el efectivo, porque Arias y su mujer se mantenían firmes en decir que no tenían nada.
“Nos amenazaron todo el tiempo, querían dinero”, declaró Arias a la prensa y reconoció que los delincuentes “actuaron con mucha profesionalidad y en ningún momento se mostraron alterados”.
Pero como el calvario se alargaba demasiado y los intrusos se ponían cada vez más violentos, la pareja terminó por revelar dónde estaba la caja fuerte y cuál era la clave de apertura. Con un handy como medio de comunicación con el exterior, el asaltante que hacía de vigía dentro de la pieza sabía lo que pasaba del otro lado de la pared y hablaba en clave, sin nombres, con el término “primo” para no dejar rastros de los compinches.
Antes de huir, los ladrones pusieron de culata una camioneta blanca en la entrada de la vivienda, para cargar el botín, mientras las víctimas intuían los movimientos totalmente inmovilizados e incapacitados para gritar.
Una vez que la banda escapó, con no poco esfuerzo los damnificados lograron desatarse y llamar al 911. Más tranquilo, el funcionario recordó que días antes de este ataque recibió en su domicilio a un trabajador municipal, quien, secundado por varios más, le pidió trabajo.
El dato no tendría tanta relevancia si no fuera por el fuerte conflicto que sacude a la comuna por la planta de trabajadores, con denuncias hacia la anterior gestión y agresiones a las nuevas autoridades y delegaciones. Por eso ahora se intenta determinar si alguna de esas personas pudo tener relación con el brutal asalto, mientras se avanza en identificar a los responsables con imágenes de cámaras de seguridad y análisis de rastros. Por otro lado, la Justicia habría ordenado que, durante una semana, un patrullero pase en recorrida cinco veces al día por la puerta de la finca de la calle 415.
No nos lastimaron, así que dentro de todo lo malo que tuvo el hecho, porque se llevaron todo, lo importante es que no nos hicieron nada y que estamos bien”, aclaró el funcionario. Y celebró que sus hijos no estuvieran en el inmueble cuando ocurrió el violento incidente.