Faltaba apenas un rato para que un matrimonio de jubilados de City Bell se dispusiera a cenar, en la noche del miércoles, cuando la inseguridad se presentó en su elegante chalet mostrando la peor cara.
Tras ganar el fondo de esa vivienda de la calle 467 entre 17 y 19, cuatro delincuentes encapuchados, con barbijos y guantes en sus manos, lograron entrar a través de una puerta.
Según las víctimas, eran “las 21.15” y se iniciaba así un asalto que, contaron, duró poco más de dos horas.
“TE DEFENDISTE BIEN, VIEJITO”
Apenas la banda se coló en esa amplia propiedad, se toparon en la cocina con el jubilado, de 85 años, quien en ese momento se hallaba tomando té en una taza. Indignado por la presencia de esos extraños que ocultaban sus rostros y en un acto instintivo, atinó entonces a defenderse como pudo.
“Con el que se metió acá primero, que era como de 1,90 de estatura, corpulento y de manos grandes, le quise dar con la taza. Pero en el forcejeo se rompió y, en vez de lastimarse el ladrón, sufrí un corte yo”.
Sin embargo, su valiente reacción le valió una felicitación del propio asaltante. “Me dijo `te defendiste bien, viejito`. Por la herida, más tarde, me tuvieron que dar seis puntos de sutura en el hospital San Roque (de Gonnet)”, reveló el jubilado.
Acotó que “parecía el jefe de la banda y supongo que tendrá unos 35 años. El más chico es el que mandaron a que nos vigile con mi esposa en nuestra habitación. Era uno de entre 18 y 20 años”.
“TENÍAN DOS HIERROS GRANDES”
Por momentos acompañado en el frente del chalet por su esposa, de quien dijo que tiene 80 años, recordó luego otra terrible circunstancia que afrontó la pareja durante el atraco.
Se trató de una muestra de coraje y de amor por su esposa, donde no midió el riesgo de una feroz represalia que pudo haber sufrido.
En tal sentido, hizo saber que “uno de los delincuentes fue hasta el tinglado del fondo a buscar una plancha. La enchufó y le dijo a sus cómplices de quemar a mi mujer. No lo permití. La desenchufé y cuando creí que me podían pegar un fierrazo en la cabeza, porque tenían dos hierros grandes, por suerte se quedaron tranquilos”.
El jubilado -que al igual que su esposa pidió mantener su identidad en reserva- soltó su convicción de que “estos delincuentes son profesionales del delito”.
Al momento de fundamentar su apreciación, indicó que “mostraron sincronización de movimientos, con distintos roles que cumplieron dentro de la casa, a la que revisaron y desordenaron por completo. Hasta fueron al quincho y al tinglado”.
Consultado acerca de lo que les sustrajeron los asaltantes, informó que “nos sacaron 500.000 pesos que teníamos previstos para pagar el sueldo a una empleada, un trabajo de pintura en casa y unas cuentas. También 100 dólares”. Pero se apoderaron de muchas pertenencias más.
“Nos robaron además una ó dos tablets, dos relojes pulsera, un celular, perfumes, tarjetas de crédito y de débito, la SUBE y las llaves con un candado del portón del frente. Hasta todas las cremas de mi señora y champús”. Y rescató. “Al menos nos dieron agua”.