Una familia experimentó durante la noche del martes un auténtico tormento, luego de que un grupo comando ingresara en su vivienda arrasando con todo a su paso. No faltó nada: golpes, sangre y un botín de más de 20 mil dólares.
El hecho ocurrió pasadas las 23 horas, cuando los miembros de la familia que habita el lugar ultimaban detalles para irse a descansar. En ese marco, al menos cuatro asaltantes armados y agresivos irrumpieron violentamente en el hogar y, mediante una feroz embestida, que incluyó amenazas de muerte y agresiones físicas, los sometieron a su voluntad.
El nivel de brutalidad con el que actuaron fue tal, que un joven de 22 años, hijo del propietario de la casa, tuvo que recibir atención médica por parte del SAME, debido a la hemorragia que estaba sufriendo por un corte en el cuero cabelludo. Le habían dado un fuerte culatazo.
Según lo que se conoció de fuentes del caso, el incidente ocurrió en la intersección de las calles 137 y 96. En el lugar -Los Hornos profundo- reside una familia compuesta por el padre y tres hijos mayores de edad.
Al momento del atraco, solo se hallaban en el lugar dos de los integrantes. De acuerdo a los voceros, los sujetos actuaron con el rostro completamente cubierto para evitar que sus rasgos pudieran ser identificados por las víctimas.
Este objetivo se cumplió, ya que ninguno de los presentes pudo ofrecer información útil para elaborar un identikit de los implicados. Por eso, en principio, a futuro, ya quedó trunca la prueba llamada "modus operandi", que eventualmente podría concretarse a través de una rueda de presos o un análisis de libros con fotos de reos registrados.
SALVAJES
Si bien el caso está bajo análisis, los indicios encontrados en la escena sugieren que los ladrones utilizaron un objeto contundente, que les permitió forzar el portón mediante palanca. Así, haciendo gala del efecto sorpresa, con cuidadosos movimientos avanzaron hasta la casa. Y apenas abrieron la puerta se encontraron con uno de los hermanos.
Con un culatazo, el ladrón evitó cualquier intento de resistencia. A raíz del golpe, el joven comenzó a sangrar, desatando la desesperación en el hogar.
A los pocos segundos arribó a la escena el otro hermano quien, con un arma de fuego, fue obligado a permanecer en silencio. Luego, para hacer más dramático el momento, sin mediar palabra uno de los ladrones le pegó una patada en el rostro.
La violencia no cesó y el mismo delincuente, que aparentemente se encontraba bajo los efectos de las drogas, advirtió a los presentes que aquel que no colaboraba “iba a terminar con un tiro entre medio de las cejas”.
Tras unos segundos de intenso dolor, el joven, algo aturdido, logró ver cómo un sujeto lo apuntaba con un arma. Luego, entre dos de los miembros del clan, lo condujeron a una habitación para interrogarlo.
Herido, confundido, apuntado con armas, amenazado, superado en número y fuerza, y con la incertidumbre sobre el destino de su hermano, el joven no dudó ni un instante en brindar la información que le pedían.