Pasillitos impenetrables y un Estado ausente. En la Villa Azul de Quilmes, se asientan en la actualidad más de 5.000 personas. La zona es totalmente inhóspita, sin servicios de infraestructura, que puedan darle calidad humana a la vida en ese lugar. Montada sobre un enorme basural, dentro de un pozo, no pasan las ambulancias, los camiones de residuos, ni la Policía. Es un enclave dramático, dentro del llamado Triángulo de Bernal. El territorio está cooptado por narcos, delincuentes y todo tipo de escoria, que se aprovechan de la vulnerabilidad de la gente para llevarla hacia un punto sin retorno.
Junto con la lindera Villa Itatí, hacen uno de los conglomerados más pobres del Conurbano bonaerense. Es una pintura exacta de la desidia, del abandono y de lo peor de la política, que se cansa de hablar bonito y no está a la altura de las circunstancias.
La gran mayoría de sus pobladores ocupan casas muy precarias, y realizan trabajos informales, como changas o recolección de cartones o residuos.
El Acceso Sudeste es una especie de avenida de circunvalación que fue construida por el gobierno militar siguiendo la traza de los bordes de las ciudades de Avellaneda y Quilmes. Villa Azul se originó sobre la margen “norte” y se extendió hacia la zona de Wilde. Se encuentra delimitada entre el Acceso Sudeste, la calle Antonio Caviglia, la avenida Ramón Franco y la calle Sargento Cabral.
Son muy pocos, por no decir casi nadie, los que tiene conexión a la red pública de agua, las cloacas corren abiertas por los pasillos, las casillas no tienen ventilación y albergan por lo general a familias muy numerosas.
En materia de electricidad, pululan los empalmes caseros, lo que alimenta un potencial peligro de desastre.
Cuando llueve, viven en un verdadero pantano, incluso dentro de sus viviendas. Los pasillos de Villa Azul son interminables. Tenés que jugar de local para no perderte ni llegar a sitios donde “te podés meter en líos” o, de pronto, aparecer en el patio de alguna familia. La estrechez y la cantidad de construcciones no dejan que entre la luz del sol. La música se empalma de una casa a otra y los chicos corren con pelotas y camisetas de Racing e Independiente en eterna rivalidad.
En este contexto, que un nene haya querido apuñalar a un policía en vivo, delante de la cobertura de distintos canales de televisión, o que se instale un peaje ilegal en la autovía para costear el velatorio de un adolescente asesinado en medio de una guerra por drogas, no puede llamar la atención de nadie, porque la anomia es la palabra que mejor aplica a esta triste realidad de la Villa Azul.
"SI NO PAGÁS, NO PASÁS"
El video de un automovilista, que quería circular por el acceso sudeste (PBA-Quilmes), donde se topó con un piquete, fue la señal de alerta. En ese material aparecieron varios violentos, que amenazaban con palos y barricadas incendiadas para obtener dinero. "Si no pagás, no pasás", fue la orden más escuchada.
El tapón, en el que se "hizo caja" ocurrió en la tarde del lunes. Con el correr de las horas y la llegada de los medios, la Policía se apostó de manera poner un mínimo orden.
Según fuentes judiciales, los agresores que viven el barrio Azul, cortaron el Acceso Sudeste para reclamar por el esclarecimiento del homicidio de Isaías Daniel Monzón (16) ocurrido el domingo a la madrugada, en el sector conocido como Los Paraguayos, en ese barrio de emergencia.
Próximos al lugar donde los salvajes hacían de las suyas, transcurría el velatorio del adolescente, quien salió a comprar droga y fue ejecutado a tiros.
La víctima circulaba en una moto con un amigo cuando fue interceptado por un grupo de soldaditos de una banda dedicada al narcomenudeo, que está en guerra con otro grupo para comercializar estupefacientes en el barrio. Hasta el momento, no hay detenidos por el homicidio de Monzón, pero buscaban más testigos para poder identificar a los autores del asesinato.