Dos mujeres y una adolescente de 14 años sufrieron un brutal asalto en su vivienda del casco fundacional de La Plata, que arrancó con un cuento del tío y viró en otra cosa. La única certeza por ahora es que los delincuentes contaban con información precisa, de modo que todas las lupas apuntan a identificar a quien entregó a las víctimas.
Sucedió alrededor de las 4 de la tarde del sábado, en un departamento ubicado en diagonal 77 entre 3 y 4, donde se encontraban una abogada de 50 años en estado de convalecencia, su cuidadora de 53 y la hija de 14. La dueña de casa está en pleno tratamiento por una patología, por lo cual todos los días recibe la visita de un asistente que la controla y le administra algunos medicamentos. Aquel día estaban esperando el arribo de ese profesional de la salud, pero no fue él quien se presentó.
Cuando tocaron el timbre la adolescente bajó del segundo piso a abrir la puerta principal del edificio y se topó con tres sujetos vestidos como “médicos”. La puesta en escena incluyó delantales blancos, cajas organizadoras para traslado, que suelen usar para colocar medicamentos, y hasta un estetoscopio. La chica no desconfió. Y abrió la puerta. El tiempo que demoró la dueña de casa en acomodarse para ser atendida le bastó a los asaltantes para analizar en profundidad el panorama.
Cuando se aseguraron de que las condiciones estaban dadas, uno de ellos extrajo un arma de sus prendas y puso de manifiesto ante las tres mujeres cuál era el verdadero motivo por el que estaban allí. Uno de los intrusos, apuntado como el líder, llevó a las tres víctimas hasta una habitación y se encerró con ellas.
Mientras tanto, los compinches se dedicaron a dar vuelta el departamento, hurgando hasta en los lugares más íntimos de las damnificadas. Con ese objetivo, el cabecilla seguía con la acción psicológica, especialmente apuntada a la letrada. “Dónde tenés los dólares”, fue una de las preguntas que más repitió el sujeto dando por sentado que ese lugar se encontraba escondido un ahorro expresado en esa divisa.
Luego de varios minutos en los que la mujer explicó de todas las formas posibles que no poseía ese dinero, el sujeto decidió ponerle fin al careo y condujo a las damnificadas a la cocina, en donde las ató de pies y manos a las sillas. Los ladrones continuaron con la búsqueda y, tal como se los había adelantado la propietaria de la unidad, no encontraron nada más que lo había a la vista.
Tuvieron que conformarse con tres celulares, la computadora perteneciente a la empresa en la que trabaja la damnificada y las llaves de la casa. Una vez que lograron liberarse de sus ataduras, las mujeres llamaron al 911. Se informó que para ingresar a la vivienda, la policía debió saltar de un balcón superior al de las víctima.
