Nicolás Damián Arévalos (39), el detenido bajo sospecha de haber matado a Pablo Mieres (37) en una vivienda de la calle 115 entre 46 y 47, el pasado 17 de junio, negó todos los cargos que pesan en su contra.
La imputación es muy grave: “Homicidio doblemente agravado por haberse cometido con el concurso premeditado de dos o más personas y por haberse concretado criminis causa, en concurso ideal con robo”, que prevé la pena de prisión perpetua.
De todas formas, Arévalos, que declaró durante una hora frente al fiscal Gonzalo Petit Bosnic, se desligó de cualquier tipo de responsabilidad en el hecho y dijo que la persona que se ve en el video “no soy yo”.
Esa prueba fílmica es una de las evidencias concretas con que cuentan los investigadores que trabajan en el caso, porque muestra a la víctima y a quien sería uno de sus victimarios en la zona de vías, por Diagonal 80 casi avenida 1, desplazándose a pie en dirección a la zona de facultades, a poco de desencadenarse el asesinato.
Sin dudas, se trata de un camino poco frecuente y hasta peligroso, pegado a la traza férrea, pero que suele servir para cortar distancias y ganar tiempo.
“No conozco a Mieres, Jamás lo vi”, indicó -palabra más, palabra menos- Arévalos en su declaración. Ni siquiera se puso colorado cuando le preguntaron por qué, al momento de la detención, llevaba puestas las zapatillas del fallecido. “Las encontré en la calle, cirujeando”, respondió.
También negó padecer adicciones o consumos problemáticos. Evidentemente, expresaron los voceros consultados por este diario, el ámbito judicial ya le resulta hasta familiar, por el impresionante palmarés delictivo que cuenta en su haber entre robos, robos calificados, amenazas, resistencia a la autoridad, infracción a la ley de drogas y ebriedad, entre otras acusaciones.
El último registro fue su salida de la Unidad 26 de Olmos, en septiembre del año pasado. A partir de entonces, quedó en situación de calle y el lunes lo atraparon en Berisso, donde se afincaba en una tapera junto a otros vecinos.
Ahora todo quedará a expensas de la evolución del expediente, porque para lograr desvincularse del mismo tendrá que probar sus dichos y conseguir que el juez de garantías Eduardo Silva Pelossi o, la instancia de Cámara, le otorgue alguna medida que lo saque de prisión.
Se sabe que habría otro sospechoso, por el cual los pesquisas se mueven bajo un estricto hermetismo para no perjudicar ninguna diligencia. Otro interrogante pasa por saber el móvil del asesinato, porque a nadie le cierra la idea del robo.
Pese a que hubo un desapoderamiento de distintos elementos de valor, la violencia que evidenció el cuerpo de Mieres denotó saña o una clara intención de hacerlo sufrir. ¿Por qué? Es la pregunta que aún no tiene respuesta.
"TAL VEZ LO CONOCÍA"
Cintia Mieres, hermana del hombre asesinado, declaró que todavía la familia cuenta con escasa información sobre este paso trascendental que dio la causa: “Sabemos que el sospechoso estaba en situación de calle y tiene un prontuario de más de 15 antecedentes”.
Además, agregó que supieron que el acusado dormía cerca del lugar, en un atajo de las vías del tren y mencionó que todavía no está confirmado si su hermano había tenido un trato previo con el agresor.
“Tal vez lo conocía”, dijo y destacó que su hermano era solidario con las personas que paraban por la estación: “Los amigos me contaron que él iba a ofrecerle café o comida a la gente que dormía por las vías y en verano congelaba agua para llevarles botellas”.