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Para el fiscal existió una causa de justificación del acto criminal, pero dispuso medidas de prueba

Harán peritajes para confirmar la legítima defensa del policía que mató a un ladrón en City Bell

La muerte de un ladrón de 17 años en City Bell, luego de ser baleado por un policía federal cuando se metió a patadas en la casa, no está controvertida desde el plano judicial. Para el fiscal que intervino en el caso, Martín Almirón, existió claramente una legítima defensa y, por tanto, una causal de justificación del acto criminal.

En ese sentido, para el responsable de la pesquisa, a la escena no le faltó ninguno de los presupuestos que dan fundamento a este instituto: hubo una agresión ilegítima por parte del atacante, la necesidad y proporcionalidad del acto defensista y la falta de provocación por parte de quien repele el ataque.

De todas formas, al margen de que los primeros indicios avalan esa postura, el titular de la UFIJ Nº 8 de La Plata avanzará con la producción de distintas medidas de prueba, que servirán para confirmar el escenario y evitar cualquier polémica.

Como se sabe, este tipo de episodios suelen generar mucha controversia. Pasó en el hecho del menor fallecido en Wilde, cuando un agente reaccionó ante un intento de robo.

El problema es que efectuó varias detonaciones, mientras que los delincuentes ninguna.

Entonces los resultados periciales fueron contundentes y concluyentes: la bala que le quitó la vida a Bastián Escalante Montoya partió de la pistola reglamentaria. Y pese a que el oficial quedó imputado por “homicidio cometido con arma de fuego en exceso de la legítima defensa”, el abogado de los padres del pequeño apelarán la medida que avaló su liberación, porque creen que la calificación debe ser más gravosa.

No es el caso de lo ocurrido en nuestra ciudad.

Acá, en principio, no hay polémica, ya que los allegados del asaltante abatido están molestos, pero con los jóvenes que lo acompañaban y a quienes acusaron de haberlo abandonado. Por eso juraron venganza a través de las redes sociales.

Como se sabe, en el filo de la medianoche del domingo pasado, una banda de cinco integrantes quiso copar una propiedad en las calles 454 y 22.

Su propietaria es una mujer, que estaba acompañado por su sobrino, policía de la Federal en Chaco y que llegó a la Ciudad en plan de visita familiar.

Apenas sintieron los golpes de las patadas, que llegaron a destrozar una puerta de madera, el efectivo se hizo conocer y, ante el avance de los ladrones, haciendo oídos sordos a su advertencia, el policía abrió fuego.

En la finca ya se encontraban descansando y se sobresaltaron por el estruendo. Al parecer, hizo tres disparos con su arma provista, por tal motivo puso en fuga a 4 de los 5 intrusos, quedando uno de ellos herido en la entrada a la propiedad.

De inmediato, lo cargaron en una ambulancia y lo llevaron, consciente, al Hospital de Melchor Romero.

Sin embargo, con el correr de las horas, su estado empeoró y se produjo el deceso.

Estaba en terapia intensiva por balazos en el tórax, el abdomen y en un glúteo, con diagnóstico de hemoneumotórax izquierdo, con requerimiento de tubo de avenamiento pleural.

En el reporte oficial lo identificaron como Rodrigo Nahuel Carrasco, quien vivía en el barrio Santa Ana.

Precisamente, sus amigos salieron a calentar las redes sociales con mensajes por demás preocupantes: “Por culpa de ustedes perdimos a un gran compañero”, se pudo leer en una de las historias de Instagram, mientras que en otra agregaron: “Son tan cobardes que desde que vieron lo que le hicieron a mi hermano se fueron a refugiar como todos cagones que son. Igual en algún momento van a aparecer y ahí no se las vamos a perdonar, lauchitas”.

En las publicaciones dieron a conocer las supuestos identidades de tres de los jóvenes, que habrían formado parte de la banda.

“Todo vuelve y ustedes van a cobrar de lo lindo”, reza otro mensaje con tono amenazante.

“Hermano siempre vas a estar presente en los vagos”, dijeron al tiempo que prometían una reunión de medianoche “en la plaza del Padre Dardi para despedirlo” con los tradicionales y ruidosos “cortes” de motos.

TEMOR ENTRE LOS VECINOS

En medio de tanta locura, los residentes, sin dar demasiados datos para evitar represalias, salieron a mostrar su temor reverencial. No solo por la inseguridad, sino además por la violencia enquistada en el lugar.

“Estamos con miedo. No podemos vivir en paz en este lugar. Es terrible”, mencionó un vecino.

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