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¿Cuál de las tres víctimas estaba en la mira?

Hay tres prófugos por la masacre, podrían ser más y cambió la principal teoría

La causa por el triple crimen de Florencio Varela, tiene aún tres sospechosos prófugos y pronto podrían ser más, ya que se estima que en los asesinatos de Brenda del Castillo (20), Morena Verdi (20) y Lara Gutiérrez (15) participaron de manera directa o indirecta, al menos, 15 personas.

Así lo afirmaron fuentes judiciales y policiales a la Agencia Noticias Argentinas, al tiempo que también indicaron que Matías Ozorio "ya estaba en la casa del horror cuando llegaron las chicas".

"Falta detener a tres sospechosos, dos que iban en la Chevrolet Tracker con las víctimas y uno más que iba con Víctor Sotacuro y su sobrina Florencia Benítez en el Volkswagen Golf", señalaron los voceros.

El acompañante del vehículo de menor porte fue señalado por la propia Benítez como un amigo llamado Diego, aunque en la investigación no dieron mayores detalles sobre esa persona, pero también la vinculan con un entramado narco.

Tony Janzen Valverde Victoriano, conocido como "Pequeño J" se trasladó "en otro vehículo" y pudo haber estado en la vivienda de Florencia Varela, donde se ejecutó la masacre.

"Lo que sí está confirmado es que Ozorio estuvo en esa casa y llegó antes que las chicas, pero en otro vehículo. Además del Golf y la Tracker hay dos o tres autos más que llegaron a ese lugar. por ahora tenemos nueve detenidos, hay tres más por atrapar, pero acá van a caer en total al menos 15 personas", detalló la fuente consultada por NA.

Por otro lado, el ministro de Seguridad bonaerense, Javier Alonso, aseguró en las últimas horas que uno de los supuestos sicarios ya fue identificado y sería de nacionalidad peruana.

“Hay personas argentinas y peruanas involucradas en esta organización. Una de ellas, de nacionalidad peruana, tiene un rol clave en el homicidio”, indicó Alonso, quien confirmó que los investigadores están ante una red más compleja de lo que se pensaba.

En cuanto al posible móvil  del triple crimen, se refuerza la hipótesis de una "venganza narco", pero aclararon distintas fuentes que la involucrada de manera directa no sería Lara sino otra de las víctimas.

"Al parecer, presionada por alguien, pasó el dato de la cocaína y una banda ´mexicaneó ´al grupo de Valverde Victoriano", señaló un vocero.

En paralelo, el proceso judicial en Perú avanza. El juez Chumpitaz Pariona dictó prisión preventiva para Pequeño J con fines de extradición a la Argentina. Aunque el acusado se negó a una “extradición simplificada”, que hubiera acelerado su regreso, las autoridades argentinas confían en que el trámite podría resolverse en los próximos quince días.

"NO ES VEROSÍMIL"

Por otro lado, en las últimas horas el jefe de la División Antidrogas de la Policía Nacional del Perú, general Nilton Reinaldo Santos Villalta, aseguró que  “Pequeño J” no actuó solo y que respondería a jefes dentro de una organización que excede los límites del caso.

“No es verosímil que sea un líder narco”, expresó.

 “Pequeño J no es el que inicia la distribución de drogas, sino que éstos tienen varios grupos a los que les provee entre 5 y 10 kilos, y ese grupito es el que tiene personal”, sostuvo en una entrevista.

Al ser detenido, Pequeño J se identificó sin oponer resistencia. “Solo tenía monedas y un celular”, reveló el oficial, que también aportó un dato inquietante: el acusado habría buscado refugio en Perú “porque se sentía más seguro en su país de origen”.

Pero lo más relevante de las declaraciones de Santos Villalta fue la descripción del entorno delictivo en el que creció el joven. “Ha vivido siempre vinculado al crimen. Su padre fue asesinado en 2018, pertenecía a una banda criminal llamada Los Injertos de Nuevo Jerusalén, y sus tíos tienen antecedentes por robo y extorsión”, explicó.

Incluso señaló que ambos tíos salieron de Perú rumbo a la Argentina poco antes del triple crimen, y que uno de ellos no volvió a registrar ingreso a su país. Esa línea de parentesco y los movimientos migratorios abren una nueva pista: los investigadores argentinos sospechan que “Pequeño J” respondía a otros mandos, lo que refuerza la hipótesis de una organización más amplia que operaba entre ambos países.

 

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