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Más asaltos de madrugada a jubilados

La inseguridad en La Plata te quita el sueño

La pesadilla de la inseguridad en La Plata, te quita el sueño. En City Bell, por ejemplo, una mujer de 77 años vivió momentos de absoluto terror al ser víctima de un violento asalto mientras descansaba en su vivienda de 13C y 461.

Todo ocurrió durante la madrugada, cuando la jubilada se encontraba en su habitación y fue sobresaltada por ruidos extraños provenientes del sector del living.

Al levantarse asustada y comenzar a gritar para saber qué estaba ocurriendo, fue reducida por un delincuente encapuchado que irrumpió en su dormitorio.

El ladrón, con la cara cubierta por un pasamontañas, guantes y una complexión delgada -de aproximadamente 1,65 metros de altura-, le tapó la boca con una mano mientras le exigía el dinero a los gritos. Mientras tanto, al menos otros dos sujetos comenzaron a recorrer cada ambiente de la casa revisando cajones, placares y muebles en busca de objetos de valor.

La situación se extendió por cerca de una hora, en un clima de completa tensión y miedo para la víctima.

Finalmente, los asaltantes se retiraron del lugar llevándose un botín compuesto por 2.600 dólares, 40.000 pesos argentinos en efectivo y el automóvil de la mujer, un Fiat Uno blanco. Sin embargo, el vehículo fue abandonado a pocos metros del domicilio, en la misma esquina de 13C y 461, aparentemente por una falla mecánica que impidió que la banda continuara la huida en él.

SAN CARLOS

En tanto, en el barrio San Carlos la noche parecía tranquila para un matrimonio de jubilados de 72 y 73 años, hasta que, cerca de las tres de la madrugada, el clima cambió.

Fue en una vivienda de la esquina de 140 y 49, donde comenzaron a escuchar ruidos extraños a muy corta distancia. Confundidos y aún somnolientos, se levantaron sin imaginar que estaban por enfrentar el momento más aterrador de sus vidas.

Al salir de la habitación, se encontraron con una escena de terror: cinco hombres encapuchados, con guantes y uno de ellos empuñando un revólver, los esperaban en silencio, listos para concretar el atraco. Los delincuentes no dudaron ni por un instante. Con movimientos firmes, los acorralaron, les exigieron que no se resistieran y comenzaron a revisar cada rincón del hogar.

La pareja, paralizada por el miedo, obedeció sin oponer resistencia, sabiendo que cualquier reacción podía desatar una tragedia.

Mientras el revólver brillaba bajo la tenue luz del pasillo, los ladrones se repartían las tareas: uno vigilaba, otro exigía dinero, y los demás revolvían muebles, cajones y placares.

En cuestión de minutos se llevaron 150 mil pesos, cuatro cuchillas de gran tamaño, tarjetas bancarias, la billetera del dueño de casa y documentación personal.

El matrimonio, aunque no sufrió lesiones físicas, quedó completamente devastado por lo vivido. La sensación de vulnerabilidad, la invasión de su espacio más íntimo y la amenaza constante de ese arma apuntándoles a pocos metros, dejaron una huella imborrable.

A lo largo del robo, los delincuentes no dijeron quiénes eran ni dieron indicios de por qué habían elegido esa casa.

Todo apunta a que se trató de un golpe al voleo, una incursión planificada en un barrio donde presumieron que podían encontrar una vivienda con ahorros y pocos sistemas de defensa.

El nivel de organización, la rapidez del accionar y la violencia implícita en su forma de proceder, hacen sospechar que podría tratarse de una banda ya experimentada en este tipo de atracos.

La investigación ya está en marcha y por estas horas los peritos analizan con detalle las imágenes captadas por cámaras de seguridad de la zona.

Este violento episodio vuelve a poner en primer plano la dramática situación que enfrentan muchos adultos mayores. Lejos de ser protegidos, los jubilados parecen haberse convertido en el blanco favorito de bandas sin escrúpulos que no dudan en aprovechar cada una de sus debilidades: problemas de movilidad, dificultades visuales, audición reducida, miedo al daño físico.

Para los delincuentes, estas limitaciones son herramientas útiles para imponer el terror y asegurarse el botín sin mayores complicaciones.

Lo que alguna vez fue sinónimo de sabiduría y respeto, hoy parece ser visto por algunos como una oportunidad para saquear sin resistencia.

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