La autopsia a Morena Verdi, una de las víctimas del triple crimen narco en Florencio Varela, reveló que murió por un shock neurogénico producto de una estrangulación. Además, se confirmó que la joven presentaba lesiones postmortem en diversas partes del cuerpo.
Entre los elementos adosados se detalló un cordón de sujeción en ambos tobillos, también una cinta plástica de sujeción sobre ambas muñecas, otro elemento de las mismas características que se utilizó como mordaza en la boca, sumado a una bolsa cubriendo la cabeza y una posible bufanda sobre el cuello.
El informe preliminar de la autopsia, que se hizo en la Morgue Judicial del Instituto de Investigación Criminal y de Ciencias Forenses Conurbano Sur, en Laferrere, describe que “se deja constancia que el cadáver se encuentra sucio y con restos de tierra en la superficie corporal”, así como también en avanzado estado de descomposición.
La primera advertencia que se observa en el cuerpo de Morena es una dislocación en la cabeza del fémur izquierdo y una lesión a nivel cervical. Respecto a la data de muerte sería aproximadamente de 4 a 5 días previos de practicada la autopsia, lo que confirma que los crímenes ocurrieron entre la noche del viernes 19 de septiembre y la madrugada del sábado 20.
Las “múltiples lesiones” se encuentran en la cara interna y anterior del muslo izquierdo, en la región orbicular derecha e izquierda, en la región esternal media e inferior, también en la aurícula derecha e izquierda y se observa un infiltrado hemorrágico a nivel parietal izquierdo.
“Presenta dos complejos lesivos con entidad suficiente para provocar la muerte de la víctima”, indica el escrito. En este marco, se halló una luxofractura de la columna vertebral a nivel cervical 1-2, que involucra dos de los tres pilares de sostén de la columna vertebral, y que le provocó un shock neurogénico. “Dicho complejo lesivo compromete órganos y centros vitales con magnitud y entidad suficiente para causar la muerte”, se precisó.
A su vez, se localizó un surco de estrangulación a lazo, lo que generó un “síndrome asfíctico generalizado”. En el cierre del escrito, el médico forense concluyó que la muerte de Morena estuvo asociada a un “mecanismo violento”, a instancias de un “shock neurogénico”, siendo su causa macroscópica una “luxofractura cervical, asociada a una compresión extrínseca de cuello por estrangulación”.
PROBAR EL NARCOTRÁFICO
Mientras tanto, la investigación continúa con el norte puesto en identificar, localizar e imputar a todos los involucrados en la planificación y ejecución de la masacre, lo que incluye a quién o quienes dieron la orden, trasladaron a las chicas a la escena primaria, las mataron y ocultaron sus cuerpos.
"Todavía no están determinados los roles de los acusados. Y todavía debemos probar que hay una causa de narcotráfico para hablar de una causa de narcotráfico”, dijo el fiscal Adrián Arribas, después de que se ventiló el material registrado por una cámara, en el que se ve a “Pequeño J” caminando por el barrio porteño de Flores junto a un grupo de personas. Entre ellas están Lara Gutiérrez (15), la menor de las víctimas, quien sería su novio, “El Gordo Dylan” y Morena.
El video se registró el 6 de septiembre, casi dos semanas antes de la masacre, por lo que se presume que quienes acompañaban a Tony Janzen Valverde Victoriano (20) también podrían estar vinculados a los asesinatos o tener más detalles del caso. En ese sentido, Arribas fue muy claro cuando declaró que “creemos que hay entre tres o cuatro personas más por lo menos y en las próximas horas habrá más allanamientos”.
La figura del “Gordo Dylan” no pasa desapercibida, porque una de las sospechas es que pudo haber utilizado a Lara para robarle droga y dinero a “Pequeño J” y después le llegó el vuelto.
Aunque Dylan aún no fue identificado y se mantiene prófugo (junto a otros tres), hablan de que con el dinero que se habría apoderado -monto que llegaría a unos 70.000 dólares-, compró un departamento en un monoblock de La Tablada.
Además de la imagen, en los últimos días, la causa sumó la declaración de una testigo que también afirmó que Pequeño J y Lara no eran desconocidos, ya que los vio interactuar en una fiesta. Al parecer, las víctimas concurrían a fiestas o eventos, por los que recibían una contraprestación dineraria y, aparte, los hombres con los que estaban también les pagaban o les hacían regalos.
Arribas confirmó además que esperan el resultado de las pericias en los celulares (se abrieron el viernes) y anticipó que se realizarán operativos.
Por estas horas buscas a dos sujetos que viajaron con las víctimas en la Chevrolet Tracker -con patente adulterada- hacia la casa de Florencio Varela donde las asesinaron entre la noche del viernes 19 y la madrugada del sábado 20 de septiembre. Para el fiscal, faltan datos para probar que es una causa que está vinculada al narcotráfico
El tercer prófugo viajaba con el peruano Víctor Sotacuro (41) y su sobrina Milagros Florencia Benítez (20) en el Volkswagen Fox blanco que fue utilizado “de apoyo”. Se trataría del novio de esta joven, que ella dijo que se llamaba Alex, pero lo tenía agendado en su teléfono como Diego.
Para Arribas “esto sucedió dentro de una casa y no tenemos una declaratoria de lo que ocurrió allí dentro o qué hizo cada uno. Hay pruebas objetivas como cámaras o alguna otra cosa que aporte datos, pero en situaciones como esta es muy dificultoso saber qué hizo cada uno”.
Hasta el momento hay nueve personas detenidas. Los primeros en caer fueron Maximiliano Andrés Parra (18) e Iara Daniela Ibarra (19), el miércoles 24 de septiembre. Estaban lavando manchas de sangre dentro de la casa de Río Jáchal y Chañar, en el barrio de Villa Vatteone, donde finalmente encontraron los cuerpos de las tres jóvenes, enterrados en una fosa en el fondo de la propiedad.
Después arrestaron a Celeste Magalí González Guerrero (28) y su pareja, el peruano Miguel Ángel Villanueva Silva (25). La mujer había alquilado la propiedad para una supuesta “fiesta”.
Dos días después cayó el quinto implicado: el “remisero”, Víctor Sotacuro, quien fuera detenido en la ciudad de Villazón, en Bolivia, en la frontera con La Quiaca, Jujuy. La captura se produjo en un hostal a unos 600 metros del paso fronterizo.
Pocas horas después detuvieron a su sobrina, Florencia luego de dar una entrevista en un canal de TV. Tanto Sotacuro como su sobrina fueron de los pocos que realizaron declaraciones. La gran mayoría de negó a declarar.
Luego le tocó el turno a Giménez, gracias al testimonio de un chofer de aplicación que declaró haber trasladado, desde la vivienda donde mataron a las chicas hasta la casa allanada, a un hombre que llevaba una pala y un parlante. Finalmente, el martes 30 de septiembre atraparon en Perú a Matías Ozorio y a su
supuesto jefe, “Pequeño J”.