La muerte de un bebé de apenas 4 meses conmueve a La Plata, mientras la Justicia investiga si -como se supone- ocurrió en un contexto de violencia y malos tratos. Por lo pronto, demoraron a los padres. Lo que se sabe es que el lunes a la noche llevaron a la criatura en paro cardiorrespiratorio al Hospital de Niños Sor María Ludovica. Un griterío ensordecedor rompió con la tensa calma que siempre se vive en el sector de emergencias.
La madre, de 19 años, cargaba al chiquito en brazos y clamaba ayuda quebrada en llanto. Desafortunadamente, ya era demasiado tarde y los médicos no pudieron salvarlo. Según el reporte oficial, la joven estaba junto a su pareja, un changarín de 24 años y padre del bebé, quien dijo que vivían en las calles 93 y 130, en la zona del Barrio El Carmen de Berisso. Aportó esa información por protocolo, para asentarla en los libros de guardia, pero se descubrió que no era real.
Las sospechas arrancaron un poco antes, cuando los médicos salieron a comunicar la muerte del pequeño, pero descubrieron que sus padres ya no estaban y no pudieron ubicarlos por ningún lado. Por eso activaron el código rojo y lanzaron una alerta a través de la Central 911, incluso con el dato relevante de que el bebé presentaba signos aparentes de violencia en su cuerpo.
Ya con la intervención de las autoridades policiales, fueron hasta el lugar consignado y descubrieron que allí estaba la abuela del bebé. La mujer, en shock por la novedad recibida, brindó la información de dónde podían encontrar a los padres. Por eso la comitiva partió rumbo a la localidad de Villa Elvira y allí, efectivamente, estaban.
El operativo se desarrolló a la altura de Diagonal 690 entre 1 y 115. De ahí, ambos salieron esposados y quedaron a disposición de la fiscal Cecilia Corfield, titular de la UFIJ N° 15. Si bien la imputación es gravísima -homicidio agravado por el vínculo-, fuentes de tribunales explicaron que se está esperando ahora el informe preliminar de autopsia para certificar, primero las causales del deceso, y después si estas pueden ser compatibles con golpes u otro tipo de agresión física. El delito prevé la pena de prisión o reclusión perpetua.
De todas formas, el escenario, por demás delicado, podría modificarse sustancialmente a resultados de lo que determinaron los legistas que examinan el cadáver. Si confirman las sospechas, los padres estarán frente a una acusación, que los puede dejar largos años tras las rejas. Después, si hay otra conclusión, la fiscal Corfield deberá resolver su situación procesal.
Incluso, al margen de que se dicte una medida privativa de la libertad para los padres y se los indagues, acepten declarar o no en ese acto de defensa, esta situación puede modificarse en el futuro inmediato con la prueba a producirse en la causa. Fundamentalmente, con las declaraciones testimoniales que se reciben, se podrá dar cuenta de si el pequeño era maltratado y por quiénes.
¿Fue el padre el autor y la pareja lo encubrió? ¿Ella estaba amenazada? ¿Fueron los dos los responsables? Estos interrogantes y, tantos otros, ya están arriba de la mesa de los pesquisas, quienes buscan certezas para armar el rompecabezas de este caso, que muestra ribetes horrorosos. Se supone que los teléfonos celulares de los detenidos ya están en poder de la Justicia y su contenido también podría aportar elementos de convicción suficientes o indicios vehementes de lo sucedido en Villa Elvira.