El lunes pasado, cuando salió bien temprano de su casa en la localidad platense de Arana para ir al trabajo, un hombre de 42 años no imaginó que iba a atravesar por una verdadera situación de vida o muerta. Quiso la suerte que saliera vivo, aunque maltrecho y aterrado. Los responsables de ello fueron varios delincuentes que lo abordaron a las 6.30 de la mañana en 8 y 633, en lo que parecía un típico asalto callejero. Fue mucho peor. Es que la banda terminó raptándolo dentro de un vehículo durante varios minutos, además de llenarlo de amenazas y golpes por 10 mil pesos. Eso, en definitiva, fue lo que se llevaron.
Todo comenzó con la aparición repentina de dos ladrones que no dudaron en reducir a trompadas al hombre, aunque éste no resistió porque lo doblaban en número y, encima, estaban armados. Le exigían que desbloqueara el teléfono, que instantes antes le habían sacado de uno de sus bolsillos, con el propósito de ingresar al dispositivo y realizar una transferencia desde una billetera virtual. El aparato presentaba varias medidas de seguridad y eso exacerbó a los ladrones, que volvieron a utilizar el recurso de los golpes para que la víctima les proporcionara los accesos. No tuvieron piedad. Es que si bien el hombre facilitó las claves, no pudieron acceder a las cuentas de la víctima.
Al parecer los delincuentes no supieron cómo digitar uno de los símbolos, aunque también se especula con que, en pleno fragor del robo, no pudieron escribir de forma correcta el conjunto de caracteres. Todo hace suponer que la idea original era apropiarse de esos fondos y escapar en un utilitario que los estaba esperando, pero cuando este vehículo apareció en escena los asaltantes decidieron llevarse de rehén al muchacho para no abandonar el plan con las manos vacías.
Con golpes de puño, cachetadas y patadas, lo metieron por la fuerza en el utilitario y le ordenaron que mantuviera la mirada en el celular y concretara las transferencias. En eso el damnificado recordó que ya no le quedaba dinero en su cuenta, porque lo había retirado unas horas antes, de modo que les sugirió que revisaran su mochila y se quedaran con los diez mil pesos que guardaba en un bolsillo. Era lo único que tenía.
Tras varios minutos de zozobra, el hombre finalmente pudo abrir sus cuentas bancarias y probó de ese modo que efectivamente su saldo era cero. Fue así que los sujetos decidieron frenar y hacerlo descender de la camioneta. Todo apuntaba a que la pesadilla había llegado a su fin, pero no. Una vez que puso sus pies en tierra, lo volvieron a agredir entre tres ladrones. Recién cuando pudo levantarse del piso, se percató de que estaba perdido. Luego de caminar varias cuadras se encontró con un vecino, que lo ubicó en tiempo y espacio y llamó al 911 para pedir ayuda. Supo entonces que lo habían abandonado en 17 y 635.