Los vecinos de la región conformada por La Plata, Berisso y Ensenada reclaman desde hace rato una presencia policial más activa para desalentar delitos. Pero, de cuántos móviles dispone la fuerza para asignar a esa tarea? Según datos oficiales, cuenta con 158 vehículos (92 en La Plata, 35 en Ensenada y 31 en Berisso), más 91 motos que se mueven en apoyo y las unidades rodantes de las demás divisiones especiales, para brindar seguridad a un universo de casi 1.000.000 de habitantes entre las tres ciudades.
La Plata, con una superficie de 203 kilómetros cuadrados, destaca entre los partidos más grandes en el límite sur del Conurbano bonaerense, aunque tiene una particularidad, que la distingue de cualquier otra locación: un amplio sector rural y semirural, que complejiza la cobertura de la Policía. En la actualidad rige un programa de celdas de recorrido, ya que las comisarías no poseen coches operativos y los rondines se encuentran bajo la órbita del Comando de Patrulla.
La Ciudad está dividida en 50 sectores y para cada uno de ellos se destina una determinada cantidad de vehículos oficiales, que los recorren, se supone, las 24 horas del día, los 365 días del año. Pero una cosa es la idea y su planificación y otra muy diferente lo que pasa en las calles. Son entonces 92 vehículos para cubrir ese medio centenar de zonas de patrullaje, a razón de 1,84 coches por área, teniendo en cuenta que hay 10 que se encuentran en reparación, de los cuales cuatro se reincorporarían esta semana.
"No se puede tener un móvil por persona o por manzana. Eso es inviable y todo el mundo lo tiene claro”, explican los especialistas, pero aseguran los vecinos que el sistema está bajo tensión, forzado y, en muchos casos, con demasiado delay.
Por caso, en los alrededores de los edificios más importantes de la fuerza de seguridad, como la propia sede ministerial de calle 2 entre 51 y 53, es incesante el movimiento de patrulleros, muchos de los cuales están para simples traslados de funcionarios, diligencias propias del organismo y otras cuestiones no vinculadas con las necesidades directas de la gente. Lo mismo sucede con eventos deportivos, espectáculos y otras reuniones, por fuera de la función específica de cuidar mejor a los vecinos. También existe una directa relación entre los rondines y la disponibilidad de combustible, porque esa es una ecuación finita, que siempre muestra un límite.
“No hay canilla libre y los valores se mueven hacia arriba casi todos los meses”, expresó un informante, que sumó en este punto una cuestión que resiente el sistema. Un portavoz, que se mueve en el área de Seguridad, mencionó que “en La Plata los móviles circulan bastante hasta la tarde, porque tienen nafta. Después ya no tanto y se llega a un cuello de botella, que hasta deben elegir a cuáles denuncias ir”.
Es verdad que los pedidos de intervención en una emergencia, sea por robos, accidentes, incendios u otros estragos, son cuantiosos todos los días, lo que hace de la tarea policial un verdadero infierno. Pensar que las unidades de la fuerza deben acudir a cubrir cada denuncia, mientras se mantiene activo el patrullaje preventivo. Por eso está instalado el debate si el método de cuadrículas, tal como está organizado, es de manta corta: “Cubrís de un lado y te destapás del otro”.
En principio, en Berisso y Ensenada, con la cantidad de medios disponibles, el servicio de seguridad fluiría, al margen de que siempre hay hechos reportados. Los inconvenientes mayores, entonces, estarían centrados en La Plata. “Estamos justo. No nos faltan patrulleros, pero tampoco nos sobran”, graficó un conocedor del mundo policial.