De terror. Un empresario platense de 60 años fue secuestrado el lunes por la noche cuando salía de su lugar de trabajo en la zona de Gonnet. El hecho ocurrió alrededor de las 21.30, en momentos en que la víctima, que conducía su vehículo particular por la calle 489 en dirección al Camino Centenario, fue interceptado por un grupo de jóvenes, que lo abordó violentamente.
Todo sucedió el pasado 2 de junio. La víctima se había retirado solo de su fábrica de ropa -ubicada en 133 entre 485 y 486- y se desplazaba a bordo de una Hyundai Tucson de color presumiblemente hacia su domicilio en el Centro de la Ciudad o cualquier otro punto, al que nunca llegó.
Es que a la altura de 489, debió frenar por la presencia de varios peatones. En ese instante, un grupo de jóvenes lo abordó con extrema violencia. Uno de los ladrones se ubicó en la ventanilla y amenazándolo con un arma de fuego desde afuera, hizo posible que el resto de la banda ingresara al vehículo.
Una vez todos en posición, comenzaron los gritos y amenazas de muerte. Cuando vieron que tenían todo bajo su control, empezaron las órdenes directas. Al hombre, identificado por la Policía como S. M. C., lo obligaron a conducir hacia la autopista.
El trayecto lo llevó por Villa Elisa y, luego por una vía rápida que ya no pudo reconocer. Estaba en estado de shock. Solo recuerda que, después de pasar un peaje, le ordenaron frenar en la banquina.
Fue ahí donde la situación se tornó aún más aterradora, ya que lo obligaron a bajarse y a subir nuevamente, esta vez al asiento trasero, donde le pusieron una venda de tela para taparle los ojos.
Según trascendió, en el trayecto se subieron más personas al rodado. En ese momento comenzó el verdadero calvario: los delincuentes buscaban ingresar a su teléfono.
En base a la denuncia radicada, le exigieron la clave, pero él les explicó que no la recordaba porque utilizaba huella dactilar. Entonces le tomaron el dedo y lo colocaron sobre el lector. Aún así, se estaba complicando el desbloqueo. Incluso el damnificado ofreció entregar efectivo, pero ellos no querían acudir a un cajero.
Tal fue la desesperación que llegaron a llamar a un cómplice que le dio instrucciones sobre cómo transferir fondos, cómo evadir bloqueos y cómo vaciar sus cuentas.
Luego de varios minutos, uno de ellos entendió que debían utilizar el rostro de la víctima para destrabar el teléfono. Fue en ese momento en que le sacaron las vendas y lo obligaron a mirar la pantalla.
Si bien lograron desobturar el dispositivo, no pudieron acceder a las billeteras virtuales, ya que la falta de luz hacía imposible la lectura de los rasgos faciales. Fue así que decidieron llevarlo a un “búnker”.
Allí permaneció durante más de doce horas. Durante ese lapso de cautiverio, el empresario recibió golpes, patadas y hasta un culatazo en la boca, mientras le vaciaban las cuentas.
No solo hubo torturas físicas. Cada vez que pudieron lo interrogaron, le hicieron simulacros de fusilamiento y hasta le llegaron a prender y apagar la luz.
Horas después decidieron liberarlo. Luego de andar varios kilómetros, lo abandonaron en un sector de zona norte. Por el momento no hay precisión sobre el monto total sustraído. Lo cierto es que las autoridades investigan bajo la hipótesis de que el empresario fue seguido durante varios días y que la banda actuó con información previa. No se descarta la participación de más personas, incluso fuera del grupo que actuó directamente durante el secuestro.