A las 02.40 de la madrugada del domingo la pesadilla tomó forma en una vivienda de la calle 150 entre 65 y 66 (foto), en Los Hornos, donde un matrimonio de jubilados vivió el horror en su expresión más cruel: tres delincuentes encapuchados los sorprendieron mientras dormían, los maniataron, amenazaron y le robaron todo el dinero en efectivo que tenían, confirmaron fuentes oficiales.
El dueño de casa, de 75 años, apenas si alcanzó a abrir los ojos cuando sintió la presencia extraña sobre su cama. Una mano le cubrió la boca con violencia. Creyó, por un instante, que se trataba de una broma de sus nietos. Pero no tardó en confirmar que se trataba de un intruso. La reacción fue instintiva. Intentó empujar al sujeto, pero enseguida otros dos lo rodearon. No hubo posibilidad de defensa.
Lo redujeron con fuerza y le ataron pies y manos con un pañuelo. Su esposa, paralizada por el miedo, también fue sometida sin contemplaciones. Ambos quedaron tirados en su habitación, indefensos, observando como sus muebles eran revueltos por manos desconocidas. No les importó romper, tirar, pisotear. El objetivo estaba claro: encontrar el dinero. Y lo encontraron en uno de los cajones del placard.
Los ladrones se apoderaron de un millón y medio de pesos antes de continuar recorriendo la casa, saqueando a su antojo. Hasta que, de repente, un sonido exterior les torció los planes: la alarma vecinal de una vivienda cercana se activó. Era el primer indicio de que alguien, afuera, había notado algo extraño. Apurados, pero sin perder la sangre fría, se apoderaron de dos televisores y se dirigieron hacia la puerta. Allí los esperaba un cuarto integrante de la banda, al volante de un vehículo blanco. Subieron con el botín y huyeron a toda velocidad.
Minutos después, el yerno del matrimonio llegó a la propiedad. Encontró a sus suegros atados, temblando y con los rostros desfigurados por el miedo. El desorden reinaba en cada habitación. A las 02.55, llamaron al 911 y la Policía llegó al rato. Los primeros indicios apuntan a que la banda forzó la entrada con una palanca metálica y que fue un ataque al voleo.
"COBRO LA MÍNIMA"
Un calvario parecido vivió una mujer de 61 años, también jubilada, víctima de un violento asalto en su propia vivienda, ubicada en 17 entre 521 y 522. Ocurrió alrededor de las 07.30 del domingo, en un horario donde la luz del día ya asomaba. Pero la claridad no fue impedimento para que tres delincuentes encapuchados irrumpieran por los fondos de la propiedad y consumaran un golpe con ribetes de extrema crueldad.
La víctima vive con su hija de 31 años, pero en ese momento estaba sola. Y fue sorprendida mientras salía al patio por la puerta trasera. En ese instante, los tres hombres, cubiertos con pasamontañas y capuchas, la abordaron sin mediar palabra y la arrastraron hasta una de las habitaciones de la casa.
Allí, la obligaron a sentarse en la cama y, bajo amenazas, le exigieron dinero: “Sabemos que tenés plata, danos la plata”, le gritaron. La mujer, aterrada, accedió de inmediato y entregó todo lo que tenía en su poder: su monedero con 30 mil pesos en efectivo. “Es lo único que tengo, soy jubilada de la mínima…”, alcanzó a decir.
Lejos de conformarse con ese botín, los asaltantes le cubrieron el rostro con una remera para evitar que pudiera reconocerlos y comenzaron a revolver frenéticamente la
vivienda. Cargaron con todo lo que pudieron: tres televisores, tres iPhone 13 y el dinero. Antes de irse, en un gesto incomprensible, la ataron de pies y manos con precintos y volvieron a cubrirle el rostro con más ropa.
“No sé cuánto tiempo pasó, dejé de escuchar ruidos y luego fue mi hija quien me encontró y me desató”, contó la damnificada. Si bien el caso es materia de investigación todo parece indicar que se trató de un robo al voleo. A pesar de que los ladrones aseguraron tener conocimiento de que había dinero en la casa, fuentes policiales señalan que esta táctica es utilizada con frecuencia para confundir a las víctimas y manipularlas bajo presión.
