Invirtieron millones, tiempo y mano de obra especializada en ingeniería civil. Fue para cavar un túnel a tres metros de profundidad, entre dos extremos distancias a casi 200 metros. Todo iba viento en popa. La banda avanzaba hacia la bóveda de un banco en la zona financiera de San Isidro, cuando un error de principiante tiró todo por la borda. El plan maestro había sido descubierto.
El principio del fin se desató de manera insólita. Fue el miércoles pasado cuando un repartidor, al estacionar su camioneta en la calle Chacabuco al 444, sintió un ruido extraño y, al agacharse para ver qué había pasado, observó la punta de una varilla de hierro, que brotaba entre los adoquines.
Extrañado, corrió el vehículo y no podía creer lo que estaba viendo. Para colmo, muy hacia abajo, a través de un orificio, se observaba un haz de luz. En minutos, el lugar se llenó de gente y no tardó mucho en activarse un protocolo con policías y hasta un fiscal, que dirigió el operativo.
Así, con el empleo de una retroexcavadora, la pesquisa dejó al desnudo el impresionante pasadizo, de llamativa perfección, con conductos de ventilación y energía eléctrica, que nacía de un viejo taller de chapa y pintura, sobre la misma arteria, pero al numeral 561.
Esa propiedad había sido alquilada por los delincuentes para guardar los pertrechos de la obra y los escombros que fueron sacando.
Por eso ahora se intenta determinar si el dueño lo arrendó de palabra o si tiene documentación que pueda probar la identidad de alguno de sus inquilinos, que siguen prófugos, ya que las escenas que salieron por todos los medios y redes sociales los pusieron a la defensiva y no se presentaron "a trabajar". Imaginamos el humor de los integrantes de la banda.
Se supo que también se analizan las cámaras de seguridad de toda la zona en busca de pistas identificatorias.
En el lugar, se encontraron colchones, prendas de vestir, gran cantidad de herramientas y varios planos, con información sorprendente de la escena.
Sebastián García Bolster, el ingeniero del llamado “robo del siglo”, registrado en el por entonces Banco Río de Acassuso, a solo 15 cuadras de distancia, habló y se mostró sorprendido por la “prolijidad del túnel”.
Al ser consultado sobre el plan que llevaron a cabo hace 18 años, explicó: “Nosotros no hicimos el túnel para ir por la bóveda como en este caso, si no que era el camino para escapar”.
Asimismo, sobre el sistema de alarmas, Bolster contó que en aquel año ya existían diversas medidas de seguridad, que ahora ya son más sofisticadas: “Durante el trabajo hicimos sonar muchas veces el sensor sísmico, pero no pasaba nada, la empresa solo ponía un sticker y no investigaban”. “La planificación del robo duró dos años y el trabajo para ingresar al banco un año”, detalló.
De ese hecho, por el que hubo una delación y varias condenas -ya saldadas con la Justicia-, uno de sus protagonistas más emblemáticos fue Luis Mario Vitette, “el hombre del traje gris”.
También lo llamaban “Marito” o el “uruguayo”, que se encargó de las negociaciones con las fuerzas de seguridad, aunque, en realidad, se trató de una estrategia para ganar tiempo y poder escapar con 19 millones de dólares y 80 kilos de joyas, que nunca se recuperaron.
En el día de ayer, desde su cuenta de X, Vitette se mantuvo muy activo, aunque no brindó entrevistas.
Entre sus posteos figuran: “No puedo creer como van a cometer ese error”; “Ahora que ya bajo lo espuma regresen a dormir y a soñar que roban un banco”; “En la AFI preocupados por qué salen tantas llamadas desde Argentina a mi número jajajajaja” y “los actos preparatorios son acciones que se llevan a cabo antes de la ejecución de un delito y que están destinadas a facilitarlo. En principio, los actos preparatorios no son punibles, salvo cuando constituyen un delito por sí mismos”.
Por eso cerró con un “ahora que ya bajo lo espuma regresen a dormir y a soñar que roban un banco”.