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También de cables, caños y cualquier cosa que tenga cobre

"Carroñeros": no frenan los robos de ruedas y baterías en la Ciudad

¿El país que se volvió carroñero, ciruja? Según la RAE, ese adjetivo significa "podrido, corrompido" y, a la luz de los acontecimientos, que son de público y notorio, en las calles de muchas urbes del país, entre ellas la mismísima ciudad de La Plata, la delincuencia puede robarte cualquier cosa, "hasta el aire que se respira".

No fueron pocos los que se despertaron temprano y muy rápido detectaron que el frío es intenso, aunque tardaron en entender cómo es que las hornallas o el calefón no encienden, si es que pagaron religiosamente la factura y no hay cortes programados.

Es que esa madrugada pasaron por sus casas los ladrones de cobre, que lo dejaron sin gas y con un gasto extra, para llevarse un cañito del medidor del tamaño de una lapicera.

Por un disgusto parecido atraviesan quienes salen de sus casas para ir a trabajar y se encuentran con el auto sin las ruedas, sin la batería, o sin el techo. O quienes descubren que ya no tienen el manijón del portón del garaje; el barrote de una puerta, la plaquita que colgó con tanto orgullo después de que se recibió.

Son todas postales de una realidad triste y creciente.

También el robo de cables de cobre, tanto de alta tensión como telefónicos, es tema de crónicas periodísticas desde hace años, pero en los últimos meses algunas de ellas dieron cuenta de varias muertes por descargas de 30 mil voltios y bandas organizadas en este tipo de delitos, algunas de ellas lideradas por policías.

Incidió en esto que el precio del cobre se triplicó en un año de crisis y que se puede comprar y vender muy fácil a través de las principales plataformas online. El kilo se paga entre $6.000 y $7.000 en las metaleras porteñas y los cables de mediana tensión, por tener más cantidad, ofrecen un botín más tentador, aunque muchísimo más riesgoso, claro. El aluminio es más barato y ni hablar del acero, por el que se paga unos 500 pesos el kilo.

El caso de los autos es más complejo, aunque, igual que el resto de estos delitos, registró una fuerte suba el año pasado. Según datos oficiales de la Dirección Nacional de los Registros Nacionales de la Propiedad del Automotor (DNRPA), en 2023 se hicieron 45.965 denuncias en Argentina; mientras que en 2022 fueron 37.885 y, en 2021, 32.922.

El área de Operaciones de un bróker de seguros digital detectó, en base a sus informes de siniestros por modelo, marca y zona, que cerca del 18% de los del año pasado fueron por “robo total y/o parcial; y, dentro de esta última categoría”, neumáticos como principal motivo.

Carolina Núñez, productora de seguros en La Plata, reconoce que “la mayoría de los clientes están preocupados por el robo de su vehículo y de las ruedas. Por eso intentan llegar a una cobertura por robo total, por lo menos, porque la póliza por robo parcial es más cara, ya que te cubre la batería, las ruedas, etc.”. Confirma también que las denuncias por estos siniestros aumentaron sensiblemente, lo que impuso algunos cambios importantes en las pautas de comercialización.

“Había mucha incidencia por el robo de ruedas, lo que hizo que las compañías que antes cubrían las cuatro, pudieran vender planes con cobertura de un solo evento por año”, explica Núñez.

Algo parecido sucedió años atrás con los estéreos, aunque cuando la Superintendencia de Seguros de la Nación (SSN) autoriza estos límites, las compañías salen a competir al mercado con distintos beneficios en las pólizas para ganar o fidelizar clientes.

También se profundizaron las investigaciones en denuncias por la sustracción de dos o más ruedas, lo que genera “mucho malestar en los clientes”, admite Núñez, pero lo cierto es que algunas aseguradoras calculan que las falsas denuncias treparon un 10 por ciento en los últimos meses.

FALTA DE REPUESTOS Y ALTOS COSTOS

Es que la falta de ciertos repuestos y el costo de los mismos disparó más de un delito. En 2023, el Centro de Experimentación y Seguridad Vial (CESVI) elaboró un informe llamado “Radiografía del fraude a las aseguradoras en Argentina”, con el foco puesto en el aumento del mercado negro de autopartes, alentado por la dificultad para importarlas, la crisis económica o la discontinuidad en la fabricación de ciertos modelos de mucha circulación, en un mercado automotor envejecido.

Si hablamos de vehículos robados, encabezan el ranking los autos y 4x4 de particulares. Les siguen, utilitarios y camiones. Y las motos son un capítulo aparte: las últimas cifras oficiales, que son de 2022, dan cuenta de 30.617 motos sustraídas en todo el país. “Esto incidió notablemente en la tarifa de la póliza”, apunta Núñez; “hoy en día, asegurar una moto es muy caro porque es altamente probable que se la roben”.

Para ser justos, cualquier cosa que esté en la calle y tenga cierto valor de reventa, es blanco de robos. Por caso, las sillitas de bebé, que hasta no hace mucho quedaban fijas dentro de los autos. Historia pasada.

320 RUEDAS POR DÍA

Un relevamiento realizado por una de las empresas líderes en rastreo y recupero vehicular en Argentina determinó que se roban unos 3.000 vehículos por mes en el país. Más allá del número, lo que notaron es que “el delito fue mutando del hurto al robo a mano armada por la evolución de la tecnología de seguridad”, dice Martín Py, Gerente de Alianzas Estratégicas de esa firma, lo que “deteriora la calidad de vida de los ciudadanos” y pone en inferioridad de condiciones a los modelos más antiguos.

Las estadísticas oficiales dan cuenta de que los vehículos más afectados fueron los fabricados en 2012, con 8,50% de los delitos; seguido de autos modelo 2018, 2016, 2013 y 2011, con el 7,37% de los robos.

“La antigüedad promedio del mercado automotor -según Py- es de 17 años, cuando en Chile y en Uruguay no supera los 5 o 6 años”.

Retomando la problemática de los robos a mano armada, los informes de la DNRPA concluyen que más del 70% de los delitos se dieron bajo esta modalidad, el 97% de ese total ocurrió en la calle y fueron ejecutados, en el 85% de los casos, por grupos de entre 2 y 4 delincuentes.

¿Las zonas más afectadas? El AMBA, con la Ciudad Autónoma de Buenos Aires concentrando 12,80% del total; seguida de Lanús (4,80%); Moreno e Ituzaingó (3,20%); Berazategui, Villa Luzuriaga, Quilmes Oeste, Florencio Varela, Monte Grande y La Plata, con el (2,40%); Benavídez, San Fernando y La Matanza (1,60%).

"Una de las ruedas que más se denuncia es la de auxilio, porque son fáciles de sacar”

Después de la pandemia, las compañías aseguradoras contactaron a las empresas de rastreo vehicular para tratar de delinear una estrategia conjunta que aliviara el impacto de los robos parciales. Es que “si un vehículo tiene un dispositivo instalado, podemos recuperarlo, en promedio, en 40 minutos”, explica Py, mientras que la sustracción de una llanta y la cubierta de una camioneta puede costar un millón de pesos y es muy difícil de evitar.

En este punto, agrega el referente que “creció exponencialmente el robo de parciales”, sobre todo de ruedas, siendo, según los números que maneja la empresa, “unas 320 por día en Argentina”. El 90 por ciento de los incidentes ocurren en CABA y en las zonas sur y oeste del Conurbano.

No hay un día de la semana más riesgoso que otro y de a poco va cediendo la creencia de que la luz del día desalienta a los delincuentes: si el 80% de estos robos ocurrían de noche, ahora no superan el 65%.

“Es que la modalidad es simple”, reflexiona Py, a juzgar por lo que muestran las cámaras de seguridad que registran estas secuencias todo el tiempo, en cualquier calle del AMBA. Un vehículo que frena al lado de otro que está estacionado, pone las balizas, uno o dos sujetos bajan del recién llegado y, en menos de un minuto, vuelven a subir. Se llevan con ellos las llantas y los neumáticos, valuados en, por lo menos, 600 mil pesos.

“Podemos trabajar en cierta tecnología o tuercas que compliquen la operatoria, pero los delincuentes siempre están un paso más adelante y no hay algo 100 por ciento efectivo. Tampoco podemos bloquear un cambio de neumáticos, porque podríamos dejar a una persona tirada en el medio de una ruta y eso es peor”, explica Py.

Para el representante de esta empresa, el auge de estos delitos tiene que ver con la “falta de importaciones para ciertos modelos, una coyuntura económica deteriorada y la inflación, que complicó el acceso a las cubiertas”. Esto empujó a muchos usuarios a un mercado de llantas y neumáticos usados de trazabilidad dudosa.

LAS BATERÍAS, EN LA MIRA

En el caso de las baterías, los delincuentes suelen violentar las cerraduras o capots de los autos, o directamente abrirlos después de romper la ventanilla. Arrancan cables y bujías. Y suelen venderlas por internet o redes sociales, a precios irrisorios. Si la persona damnificada no tiene la suerte o los recursos de contar con una póliza que le cubra los gastos, deberá pagar más de 100 mil pesos para volver a poner el vehículo en marcha. Y, por otro lado, en los últimos meses cada vez más personas optan por reducir los alcances de su póliza, para poder afrontar el pago de la cuota.

“Todos los días vienen a comprar entre 6 y 7 baterías porque se las robaron”, apunta el dueño de un local del rubro que funciona en San Carlos.

“En el mercado negro se consigue todo más barato, pero como usuarios o consumidores tenemos que hacernos cargo”, sugiere Py, convencido de que se deberían utilizar recursos del Estado para crear conciencia de que comprar cualquier elemento de origen ilegal no está bien, porque al incentivarlo se corre el riesgo de sufrirlo en carne propia.

“Tengo fe en las nuevas generaciones. Antes no usábamos cinturón de seguridad y hoy es muy raro que un chico no lo use”, cierra.

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