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Detalles de una caída delatada

"Pequeño J", el temido capo narco sin ejército, aviones, zoológico ni hipopótamos

En 1981, el capo narco Pablo Escobar Gaviria trajo de zoológicos de Estados Unidos a su Hacienda Nápoles en Colombia cuatro crías de hipopótamos para sumar a la fauna que le daría vida a su sueño de tener un zoológico propio. El macho y las tres hembras crecieron, los hipopótamos se reprodujeron y hoy se cuentan más de 100. Era sanguinario y se movía con un ejército que lo protegía. Tenía un imperio de bienes raíces, aviones, autos de alta gama, mujeres. Lo que él quiso. Tanto que en 1987 -según la revista Forbes- llegó a ser uno de los hombres más ricos del mundo. Todo amasado bajo el negocio ilegal de la cocaína. Sin dudas, su perfil sí representaba el de un criminal altamente peligroso. Muy distinto al de "Pequeño J", que al margen de estar acusado como coautor de un triple crimen espeluznante en Florencio Varela, no parece dar la talla y ocupar ese lugar en donde lo quieren colocar.

Así la trama que terminó con la captura de Tony Janzen Valverde Victoriano (20) no se resolvió en un operativo cinematográfico ni en un despliegue de inteligencia de alto vuelo. Fue, paradójicamente, el miedo de una novia lo que desencadenó su caída. Ubicada por la Policía, la chica no quiso quedar pegada en el expediente con una imputación de encubrimiento de semejante matanza. Por eso enseguida aportó los teléfonos que usaba para comunicarse con ella y sus laderos y los investigadores empezaron a escucharlo en vivo y en directo.

Las celdas de las antenas monitoreaban sus movimientos y, mucho más, claro está, lo que iba diciendo o escribiendo. Previo paso por un sector poco vigilado de la frontera con Bolivia, sabían que "Pequeño J" se estaba desplazando en micro hacia Perú, su país de origen, información que se compartió con las autoridades locales para que prepararan una cacería sorpresa.

"Pequeño J"

También se sabía que su mano derecha, Matías Ozorio (28), iba en la misma dirección, tal vez con la intención de un encuentro, que quedó trunco.

Primero cayó Ozorio y después “Pequeño J” escondido en un camión. No hubo ejércitos artillados que lo custodiaran, ni se descubrió ninguna propiedad blindada ni otras excentricidades. ¿“Pequeño J” es un delincuente pesado como se dice? ¿Planeó los crímenes de Brenda del Castillo, Morena Verdi y Lara Gutiérrez? ¿O es un pajarito?

La polémica está planteada. También la sensación de que el hilo podría cortarse por lo más delgado y cerrarse en este nivel del entramado homicida. Con el supuesto número 1 y 2 en prisión.

Si bien el fiscal de La Matanza Adrián Arribas aseguró a varios medios de prensa que seguirá cualquier conexión que surja a partir de las diligencias de prueba ordenadas en el expediente, el futuro es bastante incierto.

Lo que sí se sabe que hubo grupos que se mueven en el mundo de las drogas que se encargaron de dejar señales en pos de la detención de “Pequeño J”. Ya en desgracia, para los narcos no hay nada peor que las fuerzas de seguridad instaladas en sus posesiones y husmeando la actividad.

Por eso le soltaron la mano y no se pusieron colorados cuando filtraron algunos detalles sobre el acusado y sus conexiones. Para ellos, cuando antes se cierre todo, mejor. Así el negocio no corre riesgos.

El ministro de Seguridad bonaerense, Javier Alonso, indicó al respecto que “fue tan violento lo ocurrido, que el resto de las organizaciones que lo conocían decidieron entregarlo”.

“Sabemos que Pequeño J tiene varias casas y varias mujeres y en muchos casos él encontraba mujeres nuevas, digamos desconocidas para el resto. Pasaba algunas noches en las casas de esas mujeres y buscaba algún lugar cerca de que se apropiaba o alquilaba. En este caso, él alquilaba un departamento en un pequeño complejo que tenía la mamá de esta chica (su última novia) y ahí alquiló un departamento que es una pieza”, declaró Alonso sobre su búnker, allanado el fin de semana.

Lo que se viene ahora es la llegada de Ozorio al país, prevista para la jornada de hoy, y el proceso de extradición de Valverde Victoriano, que más allá de la buena voluntad de las autoridades locales, al ser peruano y estar retenido en ese país, podría demorar hasta 60 días.

El fiscal Arribas, cabe destacar, confirmó un vínculo previo de “Pequeño J” con las víctimas de la masacre, circunstancia que ya estaría debidamente acreditada en las actuaciones.

Sobre si estuvo en el lugar de los homicidios, el ministro Alonso indicó: “Hay por lo menos entre dos y cuatro personas que nos dicen haber visto el video y según dos testimonios `Pequeño J` daba indicaciones. Se encontraba del otro lado del que grababa”.

“Todos estos testimonios no están inventados, es lo que ellos dijeron. El video existe”, ratificó.

Por último, dijo que “todavía falta detener a dos varones más que manejaban la camioneta Chevrolet Tracker blanca, en la que viajaron las tres víctimas desde La Matanza hasta Florencio Varela”.

SE CREÍA DIOS

Tony Janzen Valverde Victoriano tiene una fuerte historia detrás que involucra a su papá con su vinculación con los narcos, su brutal asesinato y el llamativo motivo de por qué le puso ese nombre a su hijo. Janzen Valverde Rodríguez pertenecía a la banda “Los Injertos” de Nuevo Jerusalén y el 16 de diciembre de 2018 fue asesinado por un sicario de la banda “El Gran Marqués”.

Toda la familia tenía vínculos con bandas narcos. No parecía haber otro futuro para “Pequeño J”. Otro punto de la historia que sorprende es que el padre de Valverde Victoriano se hacía llamar Pablo Emilio Escobar, en referencia al narcotraficante, criminal, terrorista y político colombiano.

Meses antes de su crimen, el hombre expresó en su cuenta de Facebook: “Toda la vida bandido. Aproveche él día que amanece y agradezca a Dios y disfrute lo más que pueda porque no sabe si mañana estarás”.

En dicha red social se observa al hombre con amigos y también con sus hijos, de las cuales la mayoría de las veces tomaba alcohol y escuchaba música. Respecto a la elección del nombre de “Pequeño J”, se pudo saber que tiene relación a que Janzen era fanático de Tony Montana, personaje narco de la película Scarface, por lo que decidió ponerle a su hijo Tony.

Con semejante historia detrás, “Pequeño J” no quiso ser menos y dejó un mensaje escrito en una de las puertas de la vivienda donde vivió antes de convertirse en el prófugo más buscado de la Argentina en la última semana, cuando se conoció el triple crimen de Florencio Varela.

“Tu Dios te ama... si te metes conmigo te metes con Dios”, escribió con un fibrón negro Tony Janzen Valverde Victoriano (20) en la casa su de pareja, en Isidro Casanova, y que fue allanada el viernes 26, cuando se logró su identificación.

La frase mística de "Pequeño J"

El joven narco peruano se creía omnipotente. Se lo describió como “salvaje” por la violencia utilizada para cometer los crímenes de Brenda del Castillo (20), Morena Verdi (20) y Lara Morena Gutiérrez (15), las chicas de La Matanza. S

e sospecha que “Pequeño J” no fue el brazo ejecutor de los homicidios, sino el cerebro de una organización narco transnacional. Para los investigadores, Valverde Victoriano no se manchaba las manos. Es por eso que no tenía antecedentes penales ni en su país ni en Argentina.

 

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