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Una misma familia, unos pocos meses y dos ataques brutales en City Bell, que la llenaron de miedo

Una familia vivió durante la madrugada de ayer un verdadero calvario en el barrio semicerrado El Quimilar de City Bell. Fue en el mismo lugar donde, en diciembre pasado, habían atacado a un pariente con una metodología parecida.

Mientras todos descansaban, al menos tres delincuentes armados y violentos ingresaron por la fuerza en su vivienda y, mediante una feroz arremetida, que incluyó amenazas de muerte y golpes, los despertaron para hacerle vivir la peor de las pesadillas.

Tal fue el nivel de ensañamiento con el que procedieron los ladrones, que el dueño de la casa debió recibir atención médica por parte de personal del SAME, debido a los castigos que presentaba en diferentes partes del cuerpo, con un corte incluido en la frente, por el cual sufrió una hemorragia.

En el ataque de diciembre, también lastimaron en la cabeza a un médico, aunque no necesitó de asistencia.

En base a lo que trascendió, el hecho tuvo lugar alrededor de las 3 de la mañana en 467 entre 10 y 11, donde reside una familia compuesta por la madre, el padre y sus dos hijas. Al momento del atraco también se encontraba en el lugar el novio de una de las jóvenes, quien debía irse, pero al ver que se había hecho de noche, decidió quedarse para no convertirse en presa de la inseguridad que impera en la zona. Vaya paradoja del destino.

Según fuentes oficiales, los sujetos actuaron con el rostro totalmente cubierto para evitar que sus rasgos faciales pudieran ser reconocidos por las víctimas.

El objetivo se cumplió, ya que ninguno de los presentes pudo hacer un aporte significativo para realizar un identikit de los involucrados.

Si bien el caso es materia de investigación, por los indicios hallados en la escena, todo apunta a que los ladrones emplearon un elemento contundente que les permitió abrir una puerta trasera mediante el mecanismo de palanca.

Para que resulten efectivos, en este tipo de atracos dependen de que las acciones se lleven a cabo con sumo sigilo. Cuanto más delicados sean los movimientos, la banda podrá sacarle el máximo provecho al efecto sorpresa.

En este caso, los ladrones realizaron todas las maniobras necesarias para abrirse paso en la propiedad en silencio y de forma ordenada.

Ayudados por el hecho de que los damnificados se encontraban entregados a un sueño profundo, una vez que lograron abrir la puerta, invadieron y tomaron el control del hogar en pocos minutos.

La primera persona en ser abordada fue el dueño de casa, un contratista de 51 años. Justo estaba por salir de su habitación cuando recibió un golpe en la cara. De este modo, con un culatazo, el ladrón truncó cualquier tipo de forcejeo o intento por repeler la amenaza. Tras el golpe con el arma, de forma inmediata comenzó a sangrar y en esa morada se desató la desesperación.

Una desesperación que no pudo liberarse del todo, ya que los restantes miembros de la banda obligaron a los demás familiares a mantenerse en silencio.

Sin mediar palabra el sujeto advirtió a los presentes que el que hiciere algún tipo de ruido o movimiento extraño “iba a terminar muerto”.

Recién después de unos segundos de fuerte dolor en la cara, el hombre un tanto aturdido logró ver cómo un sujeto lo apuntaba con un arma. Luego, entre dos se llevaron al dueño de casa a una habitación para interrogarlo.

Herido, aturdido, apuntado con armas, amenazado, superado en número y en fuerza y con la incertidumbre sobre cuál sería el destino de su familia.

Los individuos se aprovecharon de este completo estado de indefensión e hicieron gala de su cobardía y total falta de escrúpulos al golpearlo en repetidas ocasiones bajo el supuesto de que la víctima estaba mintiendo al defender su postura de que no tenía dólares. Sin dudas, en esta habitación se vivió el pasaje más oscuro del hecho delictivo.

Luego de varios minutos, el hombre recordó que tenía algunos pesos en efectivo y se los ofreció como prueba de su voluntad de “colaborar”.

Si bien las fuentes consultadas optaron por no precisar el monto del dinero, aparentemente fue suficiente para saciar la sed de robo de estos delincuentes. Luego de aceptar la salida que ofreció el dueño de casa, los asaltantes se retiraron del lugar con rumbo desconocido.

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