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Calvario de una jubilada en la zona norte de La Plata

Le abrió la puerta a la perra porque estaba alterada: entraron ladrones y le robaron 35 mil dólares

Una jubilada de 74 años fue asaltada de madrugada en la localidad de Villa Castells, en la Zona Norte de La Plata, donde una banda de tres delincuentes se llevó 35 mil dólares. Lamentablemente la noticia no sorprende a nadie, ya que el incidente se sumó a la larga lista de los que tienen a los adultos mayores como víctimas predilectas de grupos que actúan con total impunidad.

El hecho ocurrió en una vivienda ubicada en la zona de 11 entre 497 y 498, donde la mujer sufrió una descompensación a causa del estrés. Los ladrones irrumpieron de manera sorpresiva, cuando ella le abrió la puerta del patio a su perra, que no paraba de rascarla. Se presume que lo hacía alterada porque su olfato la había  hecho percatarse de presencias extrañas.

Como sea, el instinto animal no falló: los ladrones ya habían roto una celosía de madera en busca de un resquicio para adentrarse en la propiedad de ladrillos a la vista. Ambientada con gran calidez, la dueña del inmueble pasó en segundos a sentir el ardor del delito.

Se supo que, en medio de fuertes amenazas, los intrusos comenzaron a revisar cada uno de los ambientes y a separar lo que les despertaba interés. Esa tarea les demandó casi dos horas.

La víctima, como tantas otras, había guardado durante años su dinero fruto del esfuerzo y la previsión. El mismo esfuerzo que se convierte en condena: los delincuentes saben que hay desconfianza en los bancos y que en las casas puede haber un pequeño tesoro.

No se trata de un caso aislado. En todos los barrios de la Ciudad, los relatos se repiten con una cadencia que hiela la sangre y que siempre terminan con jubilados maniatados, golpeados o despojados de lo poco -o lo mucho- que tienen.

En este caso no hubo golpes de consideración, pero sí algo peor: la marca invisible del miedo y la certeza de que, puertas adentro, ya no existe refugio seguro. Por eso, como se dijo líneas arriba, la mujer se desmayó de los nervios y, cuando despertó, descubrió que ya no le quedaba ni un solo billete. Tampoco tranquilidad.

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