Cuatro horas de terror vivió ayer una pareja de jubilados en su casa de Barrio Norte, en donde irrumpieron cuatro delincuentes que procedieron con brutalidad y aplicando torturas, tanto físicas como psicológicas. Fue a las 11 de la mañana del miércoles en una propiedad de 11 entre 37 y 38. Con tanto sigilo actuó la banda, que entró por los fondos y llegó a la cocina sin que la dueña de casa lo notara. La sorprendieron mientras preparaba la comida.
Mientras eso pasaba, su marido estaba haciendo una limpieza general del garaje. Los asaltantes lo amenazaron cuando salió a la vereda: le exhibieron a su esposa, dejándolo sin chances de resistirse. Finalmente, los agresores se dirigieron a una habitación y allí terminaron de tomar el control de la situación, reduciendo a otros dos familiares que estaban de visita.
“No hay dudas de que no era la primera vez que cometían un robo. Se podía observar jerarquía, un líder y un plan. Incluso encontraron plata en un lugar al que era imposible llegar. Sin dudas eran profesionales”, comentó el dueño de la propiedad en una nota con el diario El Día. Pese a que los asaltantes dieron con una suma de dinero, convencidos de que el jubilado “les estaba escondiendo información”, iniciaron un feroz interrogatorio.
“Rompieron todo. Algunas cosas, como los jarrones y la vajilla, las tiraban al piso sólo por tirarlas. Por saña. Creo que debe haber sido para intimidarnos. Nos pegaron, nos amenazaron con cortarle un dedo a mi esposa si no les decíamos con precisión el lugar en el que teníamos guardados nuestros ahorros”, aseguró la víctima.
Después de cuatro horas de sufrimiento, los sujetos cargaron en valijas todo lo que robaron, las subieron al auto de la familia y escaparon. A diferencia de lo que sucede en la mayoría de los asaltos en viviendas, donde los delincuentes se concentran en las habitaciones, en la casa de esta pareja de jubilados “revisaron todo”, como si tuvieran la convicción de que iban a encontrar un fuerte monto de dinero.
Por eso, la familia no descarta la posibilidad de que los ladrones hayan dado el golpe con “un dato”. Abona esta hipótesis el hecho de que hayan registrado lugares muy específicos en los que la pareja guardaba sus valores.
