Padre e hijo fueron condenados a la pena de 12 y 4 años de prisión, respectivamente, al ser encontrados culpables del delito de abuso sexual con acceso carnal contra dos menores de edad. Los hechos ocurrieron entre los años 2012 y 2015, en el interior de una vivienda de la ciudad de Berisso.
Por unanimidad, el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 5 de La Plata dio por acreditadas las pruebas presentadas por la fiscal Graciela Rivero en el juicio, en el que declararon las víctimas, quienes al momento de los hechos eran menores de edad, así como también las psicólogas y médicas que intervinieron en la causa.
Según se lee en el fallo, durante tres años consecutivos su padre biológico -un hombre de 49 años- accedió carnalmente vía vaginal de una de sus hijas y en reiteradas ocasiones, cuando la niña dormía en su casa cumpliendo el régimen de visitas pactado judicialmente. En otro hecho paralelo, el hijo del acusado -un joven de 27 años- abusó sexualmente de su otra hermana cuando ésta tenía apenas 7 años.
Ambos episodios fueron juzgados a la par, ya que estaban señalados en la misma denuncia, causa que instruyó la fiscalía Nº 7.
El hombre de 49 años fue condenado a 12 años de prisión por el delito calificado como “abuso sexual con acceso carnal agravado por el vínculo”, por los jueces Ezequiel Augusto
Medrano, Carmen Rosa Palacio Arias y Juan Carlos Bruni. Según consta en la sentencia, los hechos sucedieron en el interior de una vivienda de Berisso, donde la niña de 11 años se quedaba a dormir frecuentemente, ya que sus padres estaban separados.
Además de accederla carnalmente y sin la utilización de preservativos, el sujeto la besaba y le realizaba tocamientos. Luego de la violación, el sujeto la obligaba a mantener el secreto. “Me decía que si contaba algo se la iba a agarrar con mi mamá”, dijo la víctima (hoy mayor de edad) ante los jueces. Es que el hombre también fue denunciado reiteradas veces por violencia de género.
Según contó su expareja en el Tribunal, el sujeto la agredía físicamente, a veces hasta “dejarla inconsciente”. Años anteriores, la mujer había solicitado una restricción perimetral que el acusado
incumplía con frecuencia. Después de una pugna judicial, un juzgado de Familia le otorgó el régimen de visitas, a pesar de que el hombre ya había sido denunciado en más de una oportunidad.
La víctima relató que su padre -a quien decidió llamarlo por su nombre, ya que no lo reconoce como tal- se convertía cuando había gente a su alrededor. “Él era totalmente normal, pero cuando estábamos solos se transformaba, se volvía un monstruo”, manifestó.
La segunda víctima, una niña que tenía 7 años al momento de los abusos, acusó a su hermano de “haberla tocado y apoyado el pene” mientras estaban en la pileta de natación que la familia tiene en su vivienda.
“Ella estaba debajo de la mesa, llorando, dijo que se había caído. Cuando le preguntamos qué pasó, nos contó lo que había sucedido en la pileta”, dijo la madre de la menor. Luego de esa revelación, la mujer le preguntó a su hermana más grande si había visto algo, pero la pregunta derivó en su confesión: “Papá me hace lo mismo”, dijo.
Tras radicar la denuncia en sede policial, la Justicia ordenó la realización de una Cámara Gesell para ambas víctimas, testimonio que fue tomado en cuenta en el juicio, así como también las declaraciones de las peritos psicólogas y forenses que atendieron a las menores tras los abusos.
También fueron claves los testimonios de las médicas de la División de Investigaciones del Delito contra la Integridad Sexual, y del Grupo Interdisciplinario para el Abordaje Sexual
Infantil del Hospital Sor María Ludovica. Las vejaciones llevadas a cabo por el joven de 27 años tuvieron una condena de apenas 4 años de prisión, al encontrarlo culpable del delito de “abuso sexual agravado”. Ambos fueron detenidos y trasladados a una unidad carcelaria.
