Con apenas 25 años, Bahiano Ismael Bobadilla Romero ya protagonizó varias historias dignas de convertirse en miniseries para plataformas de streaming y no precisamente de las inspiradoras o épicas: las suyas son brutales.
La de ayer lo tiene como blanco de rescate de una banda conformada por cinco tipos armados hasta los dientes, que no dudaron en hacer por lo menos 30 disparos a plena luz del día, horario pico y en una zona muy urbanizada de Tolosa, para arrebatarlo de los guardias del Servicio Penitenciario Bonaerense que lo había llevado a un edificio judicial en 7 entre 524 y 525 para cumplir con una diligencia.
Allí funcionan dos Juzgados de Responsabilidad Penal Juvenil de La Plata. El Nº 1, a cargo de Marcelo Martín Giorgis, y el Nº 2, de Juan Carlos Estrada. En uno de ellos Bobadilla Romero tenía que hacer un trámite por una de las muchas causas que le abrieron cuando era menor de edad, dos de ellas por homicidio.
Uno de los casos con los que se lo vinculó ocurrió el 9 de diciembre de 2011 en una gomería llamada “El Pampita”, en 520 entre 16 y 17, donde Santiago Aníbal Bagini recibió tres balazos a quemarropa. Desde un principio se descartó la posibilidad de un robo, ya que en el lugar había plata, que nadie tocó.
Según esta teoría, víctima y victimario se conocían y que, por alguna cuestión vinculada con esa relación, se produjo la brutal y fatídica agresión, que terminó con Bagini muerto en el hospital San Roque. Bobadillo Romero tenía entonces 14 años, por lo que era un menor no punible.
Para el 22 de diciembre de 2013, con 16, su situación cambió. Aquella madrugada dos hombres dirimieron sus diferencias a tiros en 17 entre 529 y 530. Marcelo Ledezma, de 32 años, recibió cinco disparos y también murió en el hospital de Gonnet, en donde un rato después ingresó el acusado, también baleado.
Tras ser derivado a otro centro asistencial, quedó internado bajo custodia hasta que recibió el alta y fue alojado en el instituto Eva Perón, ubicado en 520 y 226, en Abasto, del que se escapó no mucho después.
Pasado el tiempo, Bobadilla Romero cayó finalmente en una estación de servicio de Villa Elvira y, pese a que estaba alojado en una unidad de la ciudad de Magdalena, volvió a ser noticia cuando personal de la Superintendencia de Investigaciones de Delitos Complejos y Crimen Organizado allanó un búnker que le pertenecería en la megatoma de Los Hornos, a la altura de 77 entre 142 y 143, donde encontró una pileta de natación, palmeras y un container equipado a todo lujo.
También una casilla rodante en buen estado de uso y conservación y, dicen, hasta depósitos de armas bajo tierra. En base a los datos brindados por los investigadores, por si faltaba algún lazo o conexión, allí identificaron a quien sería su pareja, de 29 años.
Bobadilla Romero, que tendría además otros terrenos en ese sector de posesiones clandestinas de nuestra ciudad, integraría “la banda del Coatí”, a la que vinculan con infinidad de robos en toda la región.
A esta altura, los investigadores tienen un par de certezas: quienes rescataron a tiros a Bobadilla Romero tenían el dato de que iba a ser sacado de su lugar de detención por miembros del Servicio Penitenciario bonaerense. Y su jefe (o aliado) es un peso pesado.
La banda se movía en un auto y presumiblemente en una camioneta, que pasaron a las 13.16 por la puerta de los juzgados para descargar de la nada una verdadera lluvia de disparos, que dejó a varios coches allí estacionados como un colador.
Dos agentes que intentaron resistirse habrían sido golpeados, por lo que debieron recibir asistencia médica. Y muchos vecinos terminaron en shock.
Anoche, la inteligencia del SPB y de la Policía, en una serie de allanamientos, logró secuestrar en Quilmes uno de los rodados que habría sido usado en el ataque y además detener a un sospechoso, que tenía captura por el intento de asalto en una sucursal bancaria de 1 y 67.
La fuga quedó filmada por una cámara barrial y sobre sus imágenes trabajan los detectives, bajo las órdenes del fiscal Juan Menucci. Por ahora “el Bahiano” sigue sin aparecer.