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Hartos de vivir con miedo, cada vez más comerciantes platenses intentan reducir a los ladrones por su cuenta

Cada vez son más los comerciantes que deciden enfrentar a los delincuentes por su cuenta, aún a riesgo de su propia vida, por la ola imparable de asaltos que los tienen en jaque y lo que entienden como falta de respuesta por parte del Estado.

En las últimas horas hubo dos ejemplos concretos de esta tendencia, con ciudadanos que resistieron a golpes un ataque armado. Un caso ocurrió en un polirrubros de Ringuelet y el otro en un almacén de San Carlos.

El primero de ellos fue en  7 y 511, en Ringuelet, donde un ladrón ingresó a robar. Enseguida sacó una pistola para alzarse con la plata de la recaudación, pero antes de que pudiera acelerar su moto para escapar se sorprendió al advertir que la víctima que acababa de encañonar estaba detrás suyo. Se trataba del dueño del polirrubros, quien, enfurecido, intentó detenerlo a las trompadas.

Una cámara de la cuadra captó el instante en que el ladrón llegó al negocio y no se sacó el casco para entrar. Después, a la salida, el mismo equipo tomó la secuencia en que se sube a su rodado
y recibe la golpiza previo a la fuga.

 

 

 

“Es la séptima vez que le roban este año a ese pobre hombre. Está podrido. La inseguridad en el barrio es terrible, indignante. No sabemos más qué hacer. Hicimos reuniones con autoridades de la Policía, de la Justicia, pero no se hace nada. Lo único que se hace es labrar un acta”, se quejaron en el barrio.

EN SAN CARLOS

En San Carlos, en tanto, se vivió algo parecido en un almacén de las calles 40 y 135, donde la dueña, Antonella, estaba junto a su bebé de un año y el marido, Julián, cuando fueron reducidos por un asaltante.

Según contó, ella vio por una cámara del comercio el instante exacto en que el sujeto cargaba un arma para iniciar el ataque. Y lo reconoció:  ya había estado en el local mirando todo para conocer la escena.

De una bestial patada el agresor abrió la puerta, que se acciona con un timbre, para quedar cara a cara con la mujer y la criatura, a quienes les apuntó a la cabeza. Sin esperarlo, detrás suyo ingresó el suegro de la víctima y, por el fondo del almacén apareció el marido, quienes literalmente sacaron al ladrón a trompadas a la calle. Antes, en pleno forcejeo, conmueve ver los sacudones del arma a centímetros del bebé y su mamá.

Allí, ya con el apoyo de varios vecinos, le dieron una brutal paliza, mientras aguardaban la llegada de la Policía, que se lo llevó preso. El delincuente suplicó clemencia, lloró, pero el linchamiento nunca paró. Tanto, que quedó con el rostro desfigurado, aunque pudo ser mucho peor.

"La zona es una boca de lobo. A las siete de la tarde no anda nadie por miedo. Acá están robando todo el tiempo”, aseguró Antonella horas después; "justo enfrente tenemos un monte, que es como una vía de escape. Se meten ahí y chau. No los encontrás más”, agregó.

Ahora tienen miedo:  “No hay patrullajes. Por eso estamos solos e indefensos”, cerró Julián.

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