Los escruches continúan ganando terreno en la Región con golpes cada vez más redituables. Y dentro de esta rama del delito, existe un tipo de atraco que prácticamente se ha convertido en algo repetido: los robos de materiales para la construcción. Es que para poder llevarlo a cabo se debe cumplir con varios “requisitos”. Primero, realizar tareas de inteligencia y reconocimiento del terreno. Además se debe contar con movilidad lo suficientemente resistente que haga las veces de flete. Y finalmente, se necesita contar con “mano de obra” capaz de combinar agilidad con sigilo. Esta clase de hechos se caracterizan por ser tremendamente dañinos. No sólo por lo que se llevan. Sino también por lo que rompen y por los perjuicios que genera tener una obra parada hasta reponer los insumos y materiales.
A esto deben sumarse los gastos en alarmas, cámaras o rejas, que muchas veces obliga la situación de intranquilidad después de un robo.
Cortes de alambrado, desmantelamiento de las instalaciones eléctricas y la extracción de sanitarios, resulta más perjudicial que el valor de lo que se llevan. De este modo, el sueño de la casa propia termina convirtiéndose en una verdadera pesadilla.
Grifería, insumos eléctricos, aberturas, cemento, ladrillos, máquinas e incluso clavos, vienen formando parte de la lista que llevan los ladrones, cuyos ataques son dados mayormente al amparo de la oscuridad.
Esta fue la situación que le tocó vivir a una familia de Etcheverry, que se terminó sumando a la extensa lista de vecinos afectados por esta compleja situación.
Según indicaron fuentes policiales, un hombre cuya finca se encuentra en el barrio privado Miralagos, ubicado sobre ruta 2 a la altura del km 65, denunció que su propiedad resultó saqueada por malvivientes.
El hecho fue descubierto por el capataz de la obra, quien al presentarse a trabajar se encontró con que la puerta del obrador había sido destruida. Al ingresar a este habitáculo, pocas fueron las herramientas que halló. Entre los bienes que se llevaron figuran 20 baldes de 32 kilos de masilla Novopor; 9 rollos de alambre; 20 bolsas de cemento, 20 caños Aqua System; 9 mil tornillos y la misma cantidad de tarugos, 1 bomba de agua Sumergible colocada a 30 metros de profundidad; una desmalezadora de 50 CC Stihl y una maquina percutora Stanley y otra Bosh. Además se alzaron con una máquina circular marca Stihl, una amoladora Bosh, una atornilladora Makita, un nivel láser Dewalt, dos alargues de 15 metros, una cartuchera de trabajo con varios útiles, dos masas, dos corta hierros, una punta, 4 palas anchas, dos palas de punta, dos barretas, 10 kilos de clavo, 10 kilos de alambre dulce, 10 kilos de alambre de fardo y 2 escaleras de madera de 7 escalones.
En base a los precios publicados en una conocida plataforma de compra y venta de productos, se calcula que el valor del botín sobrepasa los 2 millones de pesos.
Teniendo en cuenta esta información, para los investigadores no se trató de un caso de “raterismo” común o robo al voleo. Si bien la escena está siendo analizada con alto grado de detalle, la sospecha más firme es que la operación demandó un solo traslado.
Es que, según el relevamiento que según estima la Policía el ir y venir de algún rodado hubiese resultado cuanto menos sospechoso para algunos de los vecinos de la zona.
En tanto, el horario en el que ingresaron a la propiedad, la cantidad de ladrones que participaron del golpe y el medio que utilizaron para arribar al lugar, aún son motivo de investigación.
