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Una banda de "polichorros" metió miedo en una vivienda de Villa Castells

Un comerciante platense de 60 años se convirtió en blanco de un violento asalto armado cuando, como cada jornada, se disponía a acudir a su negocio ubicado en el centro de la Ciudad.

El atraco, ocurrido en un sector de Villa Castells, se caracterizó por la aplicación de una modalidad que hace algunos años encabezó durante varios meses la escena criminal y que parecía haber quedado en el olvido.

Pese a que el caso aún se encuentra en plena fase de investigación, por la descripción que aportó la víctima sobre el vestuario, la jerarquía y métodos aplicados en el golpe, casi no hay dudas de que nuevamente un clan de polichorros actuó en la periferia platense.

El hecho, que tuvo lugar en la zona de 13 entre 487 y 488, dejó al damnificado inmerso en un profundo estado de shock. No solo por las pérdidas materiales que sufrió, sino también por las amenazas y el trato inhumano que recibió de parte de los ladrones.

Tal es así que en reiteradas ocasiones los intrusos le indicaron que le aplicarían tal nivel de violencia, que lo terminarían enviando a un centro de salud. Si bien las entraderas suelen cometerse por la tarde o la noche, cuando las víctimas se encuentran retornando a sus casas, en este caso se dio una situación diametralmente opuesta a esta tendencia.

Según fuentes oficiales, además de destrozos, desorden y el robo de una suma de dinero, la banda abordó al comerciante a plena luz del día, cuando salía de su vivienda con la intención de dirigirse al centro platense para abrir su negocio dedicado a la venta de indumentaria.

Una fuente policial reveló que, tras abrir la puerta de su casa, los cuatro sujetos se abalanzaron sobre él. Ni tiempo le dieron para ponerse a resguardo. De hecho jamás se vio venir que sería abordado en su propiedad provista de varias medidas de seguridad.

En este sentido, todo apunta a que los sujetos pudieron haber ingresado varios minutos antes al terreno, por el fondo y saltando un alambrado perimetral.

La teoría sugiere que posteriormente, al ver movimiento dentro de la morada, se escondieron y aguardaron agazapados hasta que alguien de la casa abriera la puerta.

La hipótesis se refuerza con el argumento de que muy probablemente si alguien hubiese detectado la presencia de intrusos se hubiese comunicado con la Policía. Luego, el que parecía ser el jefe de la operación dio la orden de que debían entrar a la casa. Fue así que entre empujones y forcejeos, la víctima terminó a merced de esta banda en su propio hogar.

El damnificado estima que fue en este momento en el que abrieron el portón de su propiedad e introdujeron un auto marca Citroen modelo Xsara de color gris para cargar el botín que proyectaban llevarse.

Durante varios minutos se dedicaron a registrar, romper y dar vuelta todo lo que fueron encontrando en su camino. Para ejecutar el asalto, los intrusos vestidos con ropas oscuras ejecutaron su método al pie de la letra.

Demostrando tener un total control de la situación, uno de los sujetos extrajo precintos de entre sus prendas y se los colocó. Además todas las acciones se llevaron a cabo de manera ordenada, sincronizada y bajo la supervisión del presunto líder, un hombre que fue descrito como un sujeto de tez morena, pelo corto, de barba canosa y bastante crecida y con 1,70 metros de altura.

Todas las amenazas y esta puesta en escena no sólo redujeron prácticamente a cero sus posibilidades de pedir ayuda o escapar, sino que también surtieron un efecto psicológico, ya que quebró por completo la voluntad del damnificado.

No obstante, para agrandar la atmósfera de terror y espanto una y otra vez el líder del clan expuso al dueño de casa que pertenecían a una fuerza de seguridad e insistió con que lo habían entregado. Además repitió hasta el cansancio que sufriría severos maltratos físicos si no “colaboraba”. “Somos policías. Vos quedate en el molde, porque sino te vamos a mandar al hospital”, “Ya perdiste. Un conocido tuyo te batió así que ya sabemos que en esta casa hay muchos dólares”, fueron algunas de las frases que estos ladrones especializados lanzaron al damnificado.

Los sujetos dieron por sentado que en esa casa había divisas estadounidenses, así que luego de varios intentos de búsqueda infructuosa comenzaron a exigir de una forma más violenta a la víctima que indicara el lugar en el que, según suponía, las tenía guardadas. Fue así que, con las manos precintadas, lo obligaron a recorrer la vivienda para que revelara el supuesto escondite de sus valores. Pero al observar que el hombre continuaba negando tener divisas estadounidenses, los delincuentes desistieron y prefirieron irse con lo que habían recaudado hasta el momento.

Para asegurarse de que tendrían una fuga “limpia”, los sujetos condujeron al dueño de casa hasta una de las habitaciones ubicada en un primer piso.

Allí, el “encargado de los precintos” volvió a colocarle estos seguros plásticos pero esta vez en los tobillos con el claro objetivo de elevar al máximo el nivel de dificultad para poder liberarse y dar aviso al 911.

Por estas horas la Policía continúa analizando las imágenes de cámaras de seguridad recopiladas en la zona con el objetivo de hallar alguna pista que pueda conducir a dilucidar la identidad de los involucrados en el violento episodio.

Según adelantaron investigadores del caso, todo parece tratarse de un robo al voleo, aunque no se descarta que pueda tratarse de un golpe planificado. Sobre el botín, la fuente policial consultada habló de dos armas de fuego, cadenas de oro, 200 mil pesos y un iPhone.

La amarga experiencia que le tocó vivir a este hombre dejó expuesto que tanto en la denominada Zona Norte de la Región, continúan sin respiro en materia de inseguridad y demostró nuevamente que por más recaudos que se tomen y reclamos que se hagan, la delincuencia se encuentra enquistada en este sector de la Ciudad.

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