Una pareja de jubilados y su nieto quedaron a merced de una banda de delincuentes encapuchados que irrumpieron en su casa de Arana, les quitaron una fortuna en dólares y escaparon dejándolos maniatados, encerrados, cubiertos por sábanas y con la aterradora certeza de que alguien los había "vendido". Es que los ladrones se jactaron de saber que la familia acababa de cobrar una suma fuerte por la venta de un campo y que el efectivo estaba en la casa donde pasó todo. Haciendo gala también de su violencia y predisposición a ir a fondo por lo que querían, dieron vuelta distintos ambientes hasta dar con lo que buscaban: 40 mil dólares.
El gravísimo incidente ocurrió alrededor de las 22.30 del lunes pasado en una casa de 136 y 637, después de la cena que habían compartido un matrimonio de jubilados y su nieto de 23 años. El chico fue a su cuarto y los dueños de la propiedad se quedaron en el living mirando televisión. Ese mismo día, pero a la mañana, el hijo de esta pareja les había entregado en una bolsa negra los 40 mil dólares de la cuota correspondiente a la venta de un campo de 76 hectáreas. El dinero fue cuidadosamente guardado en un mueble del comedor.
Esa noche, en cuestión de segundos, cinco hombres irrumpieron en la vivienda, armados y con el rostro cubierto con pasamontañas y gorras viseras. Golpearon a las víctimas y las arrastraron por el suelo mientras preguntaban “¿Dónde está la plata? Sabemos que tenés dólares, si no nos decís te vamos a matar”.
Temblando, el hombre apuntó al mueble donde había guardado el efectivo, lo que no evitó que los intrusos desparramaran todo lo que encontraron a su paso. Tras hallar la bolsa con dólares, uno de los ladrones la emprendió contra el nieto: “¿Tenés plata?” En un hilo de voz, el joven confesó que en su habitación había 80 mil pesos. Nuevamente la misma dinámica. En lugar de preguntar por el lugar preciso del escondite. Optaron por desordenar todo hasta hallar el dinero.
Recién entonces uno de ellos se comunicó a través de un handy con un cómplice que esperaba afuera. Durante varios minutos, nadie respondió. La tensión se apoderó del ambiente, hasta que recibieron instrucciones claras desde el exterior: “Todo despejado, es hora de salir”.
Los ladrones decidieron llevar a las víctimas al dormitorio y encerrarlas. Aún maniatados, con las cabezas cubiertas por sábanas, la familia fue confinada en un cuarto oscuro. Transcurridos unos instantes, el nieto, aún embargado por el terror y la desesperación, decidió abandonar el cuarto y salir por la ventana del baño en busca de ayuda. Todavía en shock, avanzó algunos metros hasta que logró avisar a sus vecinos.
Horas después, los investigadores recibieron los testimonios de la familia y enseguida comenzaron a analizar el caso ¿Cómo sabían los delincuentes tanto sobre los movimientos financieros de la familia? Según versiones de la investigación, los ladrones habrían mencionado que actuaban bajo las órdenes de un personaje del mundo gremial