Varios delincuentes hicieron de las suyas y causaron terror en una casa de Barrio Jardín, en donde irrumpieron con la modalidad entradera, después de reducir con un arma de fuego a la empleada doméstica cuando lavaba la vereda.
A la propiedad ingresaron tres encapuchados que no escatimaron en violencia y sometieron a la dueña, una jubilada de 76 años, a una serie de amenazas y cachetazos en la cara para que revelara dónde tenía guardados sus ahorros. Afuera, en el auto, los esperaba un cuarto compinche.
“Desde el principio fueron muy violentos. A la señora que me ayuda la empujaron y la obligaron a meterse en la casa. Una vez que entraron ya no quedaba nada más por hacer. Recuerdo que eran por lo menos tres muchachos, pero no les vi la cara porque inmediatamente me obligaron a bajar la cabeza. Además, llevaban pasamontañas y viseras. No creo que pueda hablar mucho. Ahora estoy contenida por mi familia, que además me está ayudando a ordenar todo el desastre que me dejaron”, expuso la mujer en una entrevista con el diario El Día.
Convencidos de que en la vivienda debían tener dólares, dos de los asaltantes no dejaron de insistir en su reclamo "ablandando" a la víctima con las más cruentas amenazas, mientras otro revolvía cada rincón de la casa.
Al tiempo que tiraban al piso las pertenencias de la mujer, simulaban mutilarle un dedo con un cuchillo, apoyándole la parte no filosa de la hoja mientras realizaban el movimiento de corte. Los ladrones no se conformaban con el dinero que les dio la jubilada.
Convencidos con que la mujer guardada una suma mucho más abultada prosiguieron durante varios minutos más con los tormentos, hasta que quienes se encargaron de revisar la casa le dijeron a quien parecía ser el cabecilla que no habían encontrado nada. Recién entonces se fueron con 28 mil pesos y 30 dólares.
Según las averiguaciones que hizo la policía, se proyecta que una vez consumado el atraco los sujetos abordaron un rodado de color blanco con vidrios polarizados -identificado a
través de una cámara de la otra cuadra de 85 bis y 120-, y se alejaron de la zona. Por el momento, siguen prófugos.
“Es la primera vez que me pasa. Y pese al mal momento, no me pienso ir del barrio. Estoy acá desde hace 50 años. Además en todos lados está así”, reflexionó la víctima, sin revelar su identidad.
