"Mi silencio hasta hoy fue por respeto a tu familia a tus seres queridos y a la justicia para todo lo que necesiten de mi. Hoy te recuerdo y quiero expresar a todos la maravillosa mujer que fuiste, eres y serás. Tu amistad fue algo que me llenó de gratificación. Estarás en mi corazón por siempre y honraré tu vida, vida que nada le importó los que construyen la `opinión pública`. Ante la dicha de haberte conocido Andrea… solo debo decir: gracias a la vida”.
Con esas sentidas palabras, a casi cinco meses de la tragedia en su casa de Villa Elisa, el guitarrista de Virus, Julio Moura (68), rompió el silencio y se refirió a la partida de su novia, Andrea Gloria Murillo Rojas (53).
Pese a que refirió un vínculo de amistad -en relación a la víctima-, se sabe que la conexión entre ellos era íntima. De hecho, la principal hipótesis que siempre manejó la investigación a cargo del fiscal Gonzalo Petit Bosnic y, de la que nunca se habría apartado, es que el fallecimiento se desencadenó de manera accidental -por ahorcadura en medio de un juego sexual.
Según reflejaba el parte policial del 2 de enero pasado, Murillo Rojas, de nacionalidad chilena, apareció sin vida en el living de su casa de las calles 419 y 131. Al momento de ser entrevistado por los agentes, el guitarrista y vocalista reconoció que mantenía “un juego sexual mediante ahorcadura” y que en el transcurso de la práctica su pareja “falleció”.
Luego de las palabras de Moura, se realizó una inspección de la vivienda, donde se halló a la víctima “en una sala de estar, tirada en el suelo, en posición decúbito dorsal, presentando signos de ahorcadura en el cuello, lesiones en las piernas y una soga atada a un tirante del techo, como así también la existencia de una escalera”.
Además, encontraron botellas de alcohol, restos de drogas, látigos y objetos sexuales. Sobre el caso, fuentes judiciales indicaron que del peritaje psicológico que se practicó en el marco de la pesquisa, surgió que Moura “presentaba las funciones intelectuales básicas de atención y percepción” y que su memoria se mostraba “conservada”.
“El pensamiento no presenta alteraciones de curso o contenido delirante. El relato de su historia vital fue realizado mediante un discurso fluido y expresivo, en el que no se observaron bizarrerías o neologismos propios de las psicosis (...). Refiere sentir gran cansancio y por momentos confusión (...). Presenta dificultades para conciliar y mantener el sueño; le es imposible componer y tocar; se ha aislado de sus amigos; se siente saturado mental y emocionalmente y sin voluntad para hacer las cosas que hacía, o las que implican su recuperación (...).
Se evidencia gran angustia y ansiedad en el relato, que le dificulta proseguirlo, por momentos”, agregó el informe oficial. Respecto a lo sucedido, Kevin Bucker Murillo, el hijo mayor de Andrea, había declarado en una nota que “sabíamos que había una conexión muy íntima entre ellos dos. Ella nos hizo entender que, posiblemente, había un gusto mutuo. Quizás, algún tipo de atracción. Pero, formalmente, nunca nos comunicó que había una relación”.
“Mi mamá siempre habló de Julio como una persona como retraída, pero muy cariñosa. Y siempre habló muy bien de él. Nosotros no estamos en ninguna postura de venganza, lo único que queremos es entender. Entender con detalles, porque en este proceso no puede quedar ni la más mínima duda. O sea, si al final de todo esto, aunque quede una sola duda, es una duda que no ayuda a sanar. Y creemos que mientras más se sepa y más se aclare todo, mejor podemos sanar”, concluyó.
Este joven se encargó de la repatriación de los restos de su madre en las tres semanas posteriores al trágico evento. Después de un largo proceso, finalmente pudieron velarla y darle el último adiós. Ahora esperan novedades en la causa.
