"Suceso eventual que altera el orden regular de las cosas", define la Real Academia Española, entre otras acepciones, a la palabra "accidente". Es decir que la muerte de una joven mujer y su hija de 7 años alteraron lo "regular" en un sector muy poblado que conecta a La Plata y Berisso, donde los autos circulan a velocidad de ruta, con mala iluminación, nula señalización y ni un semáforo que, por lo menos, los obligue a pisar un poco el freno.
Sucedió a las 7 de la mañana del miércoles, cuando todavía era de noche, en ruta 11 y 609, por donde caminaban Cristina Liliana Figueroa (35) y Wendy Aylén Gramajo (7) en dirección a la parada del colectivo en el que todos los días la nena iba al colegio. Justo cuando cruzaban la autovía ambas fueron impactadaspor un Toyota Corolla de color gris y no sobrevivieron.
El caso comenzó a ser analizado por el fiscal Fernando Padovan, titular de la UFI Nº 12, que ordenó hacer todos los peritajes para determinar la mecánica del siniestro y relevar eventuales testigos y cámaras de seguridad.
El análisis forense determinó que Wendy murió por una insuficiencia cardíaca aguda y un traumatismo craneoencefálico grave. La madre evidenció “insuficiencia cardíaca aguda, shock hipovolémico y shock traumático”. En los dos casos, el fiscal requirió que “se tomen muestras de pool de vísceras para histopatología; sangre para estudio toxicológico, tarjeta para cotejo de ADN y fichas dactilares”.
Respecto del conductor del vehículo, que al parecer también llevaba a un hijo a la escuela, quedó imputado por el delito de “homicidio culposo agravado por la conducción automotor”. Se trata de C. R. B., de 44 años, sobre quien no pesa ninguna medida que restrinja su libertad ambulatoria, ya que no huyó de la escena y quedó a disposición de las autoridades.
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Incluso, a resultas de los estudios técnicos, se determinará si el evento dañoso acaeció por su exclusiva culpa, tal vez por un imprudente modo de conducción, o si existe algún factor mitigante de responsabilidad, a partir del accionar de las víctimas.
BRONCA EN EL BARRIO
El caso impactó fuerte en el barrio, que salió a exigir medidas para evitar otras tragedias a futuro. En ese sentido, los vecinos levantaron sus voces para recordar que ya habían peticionado un semáforo en el sector del luctuoso incidente vial, porque “los autos vienen a fondo. Y los micros también”, advirtieron.
En el marco de esa protesta, que incluyó un piquete con interrupción del tránsito, a partir de la quema de neumáticos, se vivieron momentos de suma tensión cuando un automovilista se habría bajado de su vehículo y -según los manifestantes- golpeó a un hombre "con la rama de un árbol o un palo. Lo dejaron literalmente tirado. Ahí se produjo el griterío. Una ambulancia lo tuvo que llevar a un hospital”.
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En la protesta, varias personas que conocieron a Cristina y Wendy contaron que todos los días recorrían unas 10 cuadras, desde su casa de 612 y 124, para llegar hasta la parada del micro Este, con el que viajaban hasta el barrio Hipódromo, donde está el colegio de la nena.
“Hace 4 o 5 años que Cristina se había mudado de Magdalena. Alquilaba una casa, acá cerca, con la nena sola y todos los días se levantaba temprano a llevarla a la escuela. Se cruzaba toda la ciudad. Unos 35 a 40 minutos de viaje. Ida y vuelta”, agregaron. También contaron que la nena no tenía papá, porque había fallecido.