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Un barrio céntrico de La Plata en estado de shock por varios robos

El domingo suele ser el día más sereno de la semana. El descanso de las familias prácticamente deja vacías las calles. Uno arranca más tarde y, recién entrado el mediodía, la dinámica urbana experimenta algunos picos de movimiento en sectores puntuales de la Región. Claro que en la mayoría de los barrios todo sigue a media máquina con vecinos saliendo de sus casas solo para comprar algún ingrediente indispensable para el almuerzo o ir de visita a la casa de algún familiar.

Es por ello que en una panadería ubicada en la zona de Plaza Malvinas jamás imaginaron la dramática situación que viviría una empleada de la firma, que se convirtió en presa de un ladrón despojado de toda clase de escrúpulos.

Según trascendió, una empleada de una panadería ubicada en la zona de 19 y 56 denunció haber sido asaltadapor un delincuente encapuchado, que se hizo pasar por cliente e ingresó al comercio en el que no había clientes.

Como suele suceder en los casos en los que los ladrones se hacen pasar por ocasionales compradores, antes de lanzarse al ataque, el ladrón observó con detenimiento cada detalle del lugar, con el objetivo de detectar posibles vías de salida y la ubicación de cámaras de seguridad u otros dispositivos.

 

El tiempo que se demoró en analizar estas variables también le permitió confirmar además que no había más personas en el local. Una vez que se aseguró de que las condiciones estaban dadas, el implicado le hizo el pedido.

Cuando la joven se dio vuelta para comenzar a cargar la mercadería en una bolsa de papel madera, el intruso extrajo un arma de sus prendas y puso de manifiesto a la empleada cuál era el verdadero motivo por el que había ingresado. “Esto es un asalto”, fue la segunda carta de presentación del delincuente.

De un momento a otro, el sujeto que había ingresado al local con una actitud amable y cordial terminó transformándose en la peor pesadilla para esta trabajadora.

El ladrón, después de exigirle el dinero de la recaudación y el teléfono celular, pasó al otro lado del mostrador y, manipulando un cuchillo, le ordenó que permaneciera inmóvil y en silencio.

Al ver que el sujeto avanzaba hacia ella y que ya no quedaba nada para robar más que la mercadería, la joven le pidió que abandonara el local. Lejos de escuchar las súplicas de la chica, el sospechoso le reiteró la amenaza aunque esta vez fue más explícito.

Concretamente, el individuo le expuso que le clavaría en el cuello el arma blanca que tenía en la mano sino se quedaba quieta y callada. No conforme con la advertencia, el individuo elevó el nivel de terror y espanto apoyándole el cuchillo en el cuello como muestra de que estaba dispuesto a todo con tal de cumplir sus pretensiones. Incluso a rebanarle la yugular.

PREOCUPACIÓN

El robo contra esta joven no fue el único episodio de inseguridad que ocurrió en las últimas horas en este sector del casco fundacional.

Una dietética y un comercio gastronómico dedicado a la venta de chipá que se encuentran ubicados en la misma cuadra se convirtieron en blancos de la modalidad que, junto a los ataques de motochorros, encabeza la lista de delitos en la Región: los escruches.

Según relató Cintia, propietaria de la dietética, el pasado sábado por la madrugada un sujeto ingresó a su local luego de forzar la persiana metálica de su comercio y la puerta de ingreso. Además de apoderarse del dinero en efectivo que había en la caja arrancó de la pared un televisor y se dio a la fuga cargando el aparato.

Según pudo comprobar horas después mediante las filmaciones que consiguió, el individuo se dirigió hasta la esquina y guardó el botín en un contenedor de basura.

Posteriormente se fue y a los cinco minutos ocurrió una insólita situación. Un taxi frenó a la altura del contenedor y del mismo descendió un sujeto: era el ladrón que había regresado a buscar el botín. “En el video no se alcanza a ver el número de disco. Para mi el taxista también estuvo involucrado en el robo”, expuso la mujer.

Horas después, el negocio dedicado a la venta de chipá sufrió un verdadero mazazo por el robo de una cafetera eléctrica. “Desde donde se lo mire es pérdida. No sólo porque voy a tener que hacerme cargo de una máquina que tenía en comodato sino que también porque no tenía contratado seguro. A esto tenés que sumarle el lucro cesante ya que ahora tampoco puedo vender”, expresó Pedro, el dueño.

Según explicó, al igual que sucedió en la dietética, el ladrón que ingresó forzó la persiana y la puerta. “Lo que me llama la atención es que fue directamente a la máquina. Es un aparato que pesa unos 40 kilos. Tranquilamente se lo puede llevar una persona pero no creo que lo pueda cargar durante varias cuadras. Estoy seguro de que mínimo se lo llevó en un auto”, conjeturó.

Al respecto, vecinos de la zona expresaron la profunda preocupación que sienten no sólo por la ola de robos sino que también por la falta de accionar de la Policía y del Municipio.

“Desde hace varios meses se nos viene diciendo que están esperando que se cierre la licitación para la compra de una garita policial ya que la idea es poner un efectivo durante la noche. Mientras tanto, no se hace nada. Nosotros ya hemos hecho todo de nuestra parte. Hemos instalado un sistema de cámaras en la cuadra y la alarma vecinal. Más no podemos hacer. Necesitamos soluciones de manera urgente”, reclamó Verónica, una vecina.

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