La noche del pasado martes será difícil de olvidar en una casa de 60 entre 172 y 173, un terreno en el que abundan los sonidos y la calma del campo y se convirtió, de golpe, en escenario de un asalto cinematográfico y cargado de tensión, que dejó a una familia sumida en el horror y con una pérdida millonaria.
Eran las 20.00 cuando el dueño de casa, cumpliendo su rutina diaria, salió a recorrer su quinta. Dentro de la vivienda, su pareja y su hija disfrutaban de la rutina cotidiana, sin presentir que, a tan solo unos metros, la oscuridad escondía 4 sombras decididas a todo.
Apenas diez minutos después, el hombre regresó y lo que encontró fue una escena digna de una pesadilla: gritos desgarradores desde el interior de la casa rompieron el silencio, y en segundos, una figura encapuchada emergió de la casa con un arma de fuego. El delincuente lo increpó para que entrara, pero el dueño de casa, lejos de rendirse, reaccionó con lo único que tenía a mano: su voz. Comenzó a gritar desesperadamente, pidiendo auxilio.
En segundos, los cuatro sujetos encapuchados dejaron un panorama desolador. Muebles dados vuelta, cajones abiertos, objetos rotos. Y el faltante de 13 millones de pesos y 10 mil dólares en efectivo. No buscaban electrodomésticos ni alhajas. Buscaban eso. El dinero.