Horas antes de la Nochebuena, una increíble historia revolucionó un sector de Melchor Romero, donde ocurrió un violento asalto en una panadería. Fue en el local "Los tres soles”, en la esquina de 520 y 154.
Según los dueños del comercio, un hombre alto y delgado que suele ir a pedir comida, entró aquel martes pasado el mediodía. Con una mano sujetaba la de un nene de 10 años. Con la otra, un revólver blanco y negro que apuntó directo al rostro de la encargada para exigirle la recaudación.
La mujer no tardó nada en apartarse de la caja y el delincuente en atravesar el mostrador para apropiarse de 400 mil pesos. Antes de irse manoteó un par de panes. La escena no sólo impactó a la comerciante; varios vecinos que se encontraban en el local quedaron paralizados ante la brutalidad del hecho. Y no tardaron en reaccionar: a los gritos intentaron disuadir al asaltante mientras informaban a las autoridades.
Sin soltar al niño ni el arma, el ladrón abandonó la panadería seguido por el grupo de vecinos decididos a hacer justicia. Así llegaron hasta las puertas de una casa cercana, donde el delincuente y
el niño se refugiaron. Por varios minutos los vecinos permanecieron en el lugar instando al hombre a que saliera, pero fue en vano.
La situación escaló hasta que tres patrulleros arribaron al lugar, en medio de un fuerte clima de tensión. Sin embargo, cuando efectivos de la policía se aprestaban a ingresar al lugar, un hombre que, pretendiendo hacerse pasar por el ladrón, salió del lugar con la intención de entregarse. No obstante fue rápidamente desestimado por los testigos.
Horas después del atraco, una nueva amenaza llegó a la panadería. Un sujeto en silla de ruedas, quien regularmente también pasa por el local a pedir, se presentó frente al marido de la propietaria e hizo comentarios intimidatorios:
“A vos te voy a cagar a tiros… soy re chorro” (sic). Esto sumó más temor a los responsables del comercio.
Se cree que planificaron el asalto con cada visita que hicieron con la puesta en escena de “pedir las sobras”. Y que decidieron ejecutarlo el 24 de diciembre, convencidos de alzarse con un fuerte botín. Presumen también que usaron al niño como una carta a jugar en caso de que surgieran complicaciones.